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sábado, 7 de mayo de 2011

[Boletín Nº 605 de CORREPI] VEINTE AÑOS DE LA DETENCIÓN Y MUERTE DE WALTER BULACIO

Boletín informativo Nº 605

Viernes 6 de mayo, gran festival en Plaza Houssay, desde las 19:00, con Chapones Di Teresa, La Pala Mecánica , La Escuela del Desaprender, La Covacha , La Que Se Viene y mucho más.

BULACIO: MIENTE, QUE ALGO QUEDARÁ

La semana pasada, el diario oficialista Página/12 publicó una nota recordando que se están cumpliendo 20 años de la detención y muerte de Walter Bulacio. Y como para “compensar” la realidad que surge de la contumacia con que el actual gobierno, igual que sus antecesores desde 1991, vienen protegiendo a la policía y, en el caso concreto del kirchnerismo, incumpliendo desde 2003 la sentencia de la Corte Interamericana de DDHH que ordenó la derogación de todas las normas y prácticas no normadas que habilitan a las fuerzas de seguridad a realizar detenciones arbitrarias, junto a la nota principal incluyeron una “columna de opinión” escrita por Mariano Molina, que se presenta como “periodista y docente”, omitiendo agregar “y defensor del gobierno nacional”.


En un texto plagado de referencias a su experiencia personal, pues afirma haber estado en Obras el 19 de abril de 1991, el columnista lanza, a los pocos renglones, la frase “En esos tiempos, los edictos policiales todavía tenían legalidad y servían para legitimar el autoritarismo policial”. Nada dice de los códigos contravencionales, vigentes hoy, como ayer, en todo el país, incluyendo el que en 1994 reemplazó a los edictos en la ciudad de Buenos Aires, y que, como demuestra la experiencia, viene resultando más eficaz que aquellos a la hora de aplicar el control social y el disciplinamiento por mano de una fuerza cuyo autoritarismo no es fruto del propio capricho, sino del rol asignado dentro de la estructura estatal.

Después de sugerir elípticamente que la razzia que se llevó a Walter se explica porque en esos tiempos gobernaba el peronismo menemista, lanza una gran mentira cuando afirma que las multitudinarias marchas por Bulacio eran una “anárquica procesión, sin banderas partidarias, sin organización previa y con las consignas que surgían momentáneamente”. Y de ello concluye que eso “fue un fuerte signo de los tiempos que vendrían, en relación con la inorgánica participación juvenil en causas sociales y políticas”.

Además de mentira, infamia. La masiva movilización que siguió a la muerte de Walter no fue inorgánica ni apolítica. Por el contrario, los que sí protagonizamos esa lucha recordamos las asambleas en la facultad de Filosofía, donde las organizaciones políticas, estudiantiles y de derechos humanos organizaban la campaña, o las asambleas de los secundarios, con participación de los centros de estudiantes, de las juventudes de los partidos de izquierda y la militancia antirrepresiva. Una pelea política, que apuntaba al corazón del estado y sus gobiernos: su política represiva, constante pese a sus variantes discursivas, gobierne quien gobierne.
El defensor del gobierno cierra su alegato con más mentiras: “El país vive otra realidad en muchos aspectos (…) Actualmente la Policía Federal se encuentra en un intento de recomposición que esperábamos hace tiempo. La permanencia de esas prácticas que causan vergüenza nacional también nos tiene que hacer reflexionar sobre la importancia de apoyar algunas políticas de Estado que puedan perdurar más allá de los gobiernos”.

Walter fue asesinado durante el gobierno peronista de Menem. La causa judicial alcanzó su máximo nivel de impunidad durante el gobierno radical-peronista-progresista de la Alianza. El gobierno, también peronista de Duhalde, intentó evitar que la causa llegara a la Corte IDH con una admisión formal de la responsabilidad del estado, y el actual gobierno kirchnerista, en sus dos versiones, fue el encargado de incumplir la condena que irremediablemente llegó, mientras intensificó el voltaje represivo de las facultades policiales para detener personas arbitrariamente y estrenó un nuevo modelo represivo, basado en la cooptación de consenso para reprimir más y mejor.

La única política de estado que perdura más allá de los gobiernos en materia represiva es la necesidad de reprimir. Y el kirchnerismo ha logrado, como ningún otro gobierno anterior, hacer realidad el paradigma de aplicar toda la represión necesaria, con todo el consenso posible.

Para leer el boletín completo, clickeá en http://correpi.lahaine.org/?p=1052


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