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martes, 17 de noviembre de 2015

[VOTO EN BLANCO] POSICIÓN DE COB LA BRECHA DE CARA AL BALOTAJE

Agradecemos a los compañeros de la Coordinadora de Organizaciones de Base La Brecha por permitirnos reproducir la siguiente declaración.

El próximo 22 de noviembre, por primera vez en la historia de nuestro país se definirá el nuevo presidente por medio de un balotaje. Luego de 12 años de gobierno del FPV, la sucesión presidencial se da en un complejo panorama, signado por la difícil situación económica y un agotamiento de la experiencia política del kirchnerismo como fuerza gobernante. Desde COB La Brecha compartimos algunas reflexiones y nuestro posicionamiento sobre este tema que atraviesa las discusiones cotidianas en todos los ámbitos sociales en nuestro país.

El primer elemento novedoso brindado por las elecciones del 25 de octubre es el importante ascenso de Cambiemos, que logró reagrupar detrás de la figura de Mauricio Macri a distintas fuerzas políticas en una alternativa conservadora con posibilidad de alcanzar la presidencia. Esto es un nuevo síntoma que confirma lo que venimos señalando desde antes de octubre: el corrimiento general hacia la derecha del escenario político y sus correspondientes modificaciones en la hegemonía ejercida sobre el pueblo trabajador y otros sectores oprimidos. La elección de Scioli como candidato del oficialismo ya manifestaba meses atrás la reorientación conservadora del proceso de recambio presidencial y un cierre del ciclo político del kirchnerismo hacia la derecha, un proceso que no es aislado, sino que puede rastrearse en su larga década en el poder (2003-2015).

DE ESCENARIOS Y CARACTERIZACIONES DE UN FIN DE CICLO

El kirchnerismo, como fenómeno que emerge luego de la rebelión de 2001, supo combinar tres elementos: la reconstitución de la legitimidad de las instituciones del Estado, el relanzamiento de la acumulación capitalista y una gran adhesión popular. La relativa recuperación de los niveles de empleo, salariales y ciertos derechos laborales y sociales no pueden comprenderse sin el aumento extraordinario de las tasas de ganancia, a partir de un cambio de signo respecto del modelo económico. Un modelo basado en la industria extractiva, en la explotación de los bienes comunes (como la minería, el petróleo) y la extensión de la soja. En esta larga década la economía argentina se concentró y extranjerizó a niveles altísimos, mostrando la fragilidad de la recuperación que experimentamos lxs trabajadorxs en nuestras condiciones de vida. Así es que, a partir de la crisis internacional y las dificultades del comercio exterior, especialmente la caída del precio de las materias primas que se exportan, la variante de ajuste fuimos, nuevamente, lxs laburantes. Las respuestas a la creciente conflictividad social fueron, cada vez más, mayor represión y, cada vez menos, la negociación.

Este año vimos la agudización de estas limitaciones económicas, cuyo principal síntoma es la falta de divisas, que las alternativas patronales pretenden cubrir con nueva deuda y/o la devaluación del peso. La necesidad de disminuir el déficit fiscal augura recortes a las políticas sociales y aumentos de tarifas. Incluso el gobierno en los últimos dos años avanzó en ese camino, devaluando y endeudándose. Esta situación es producto de su política económica, que no modificó en 12 años las limitaciones estructurales de la economía argentina. El fin de ciclo, entonces, se expresa como el agotamiento del modelo económico kirchnerista, abriendo también las puertas al agotamiento de su experiencia política.

En ese marco, y sobre todo a partir de las elecciones legislativas del 2013, el kirchnerismo tomó distintos elementos programáticos de su oposición por derecha (por ejemplo la creación de policías comunales), preparando el giro conservador de todo el escenario político.

En los últimos años la expectativa de cambio de una parte importante del pueblo trabajador fue capitalizada por distintas variantes patronales, detrás de consignas vacías, donde el macrismo logró avanzar sumando adhesiones, aglutinando ese descontento. Por eso, si bien hay un componente importante del voto macrista con una orientación derechista, se le suman sectores populares que consideran necesario un cambio de gobierno, por errores y limitaciones propias del kirchnerismo, decantándose por la alternativa más visible, sin mayores consideraciones ideológicas.

Aquí debemos también ubicar las limitaciones que tenemos desde la izquierda para constituir una alternativa que pueda canalizar ese descontento en un sentido anticapitalista. El Frente de Izquierda y de los Trabajadores refleja, en el plano electoral y en forma muy incipiente, la única referencia política con esa orientación.

NO FUE MAGIA: LOS CANDIDATOS DEL BALOTAJE

Las elecciones dejaron dos datos centrales: la dañada legitimidad del FPV y el ascenso de Cambiemos como espacio político.

Mientras que parte importante de la década kirchnerista estuvo caracterizada por una desarticulación de la “oposición”, los últimos años nos muestran intentos sucesivos de reagrupamiento. Macri logró articular una fuerza de alcance nacional, una nueva coalición conservadora que recoge los restos de la desvencijada UCR y otros sectores, representando nítidamente los intereses de fracciones concentradas del capital. El discurso del PRO no sólo mantuvo los señuelos sin contenido de Durán Barba, sino que también comenzó a incorporar una retórica que reivindica algunas políticas sociales del kirchnerismo. El PRO expresa una nueva derecha, moderna, con mayor capacidad de superar el histórico techo de la derecha conservadora. Tiene vocación de poder y una maquinaria comunicacional de magnitud a su servicio. Pudo construir cierto consenso y conquistado el voto de millones, presentando los problemas de la burguesía como los problemas del conjunto de la población.

Las dos fuerzas políticas en pugna, pese a sus diferencias, anuncian (aunque traten de ocultarlo) un futuro de mayor ajuste a lxs laburantes. Por un lado, Scioli expresa el recambio conservador del oficialismo, con una base social tensionada por el rol que ocupará el kirchnerismo “duro” en un eventual gobierno del FPV. Asimismo, es la cara visible de un ciclo en agotamiento, cuya legitimidad está dañada. Por otro lado, Macri representa un partido político de derechas en ascenso, con creciente adhesión incluso en sectores populares. En un balotaje de este tipo, se genera así un voto “en negativo”: votar a Scioli para que no avance la derecha, votar a Macri para expulsar al kirchnerismo. Sin duda, ello manifiesta la trampa del balotaje y la ausencia de alternativa popular. Incluso votar en blanco no deja de ser una opción por la negativa, para no legitimar el ajuste.

Por su parte, los empresarios ponen huevos en todas las canastas, pero cuentan con apuestas principales. Mientras que Scioli tiene el apoyo diferencial de pequeños capitales subvencionados por el Estado, parte de la burguesía agraria y parte de la gran burguesía industrial, Macri congrega el apoyo de fracciones de la gran burguesía agraria y el capital financiero más concentrado. A partir del anuncio del balotaje podemos observar los saludos corteses y las expectativas de numerosas cámaras empresariales y organismos financieros internacionales ante la posibilidad del “cambio” en Argentina.

Las organizaciones del campo popular conocemos bien a ambos candidatos. Hace años que luchamos contra el gobierno de Mauricio Macri en la Ciudad y contra las políticas de Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires. En la carrera hacia el balotaje, las últimas apariciones de campaña de Scioli vienen a profundizar sus rasgos conservadores con la intención de disputarle perfil a Macri, lo cual no augura nada positivo para los sectores populares, como las declaraciones de “Tolerancia Cero” contra los piquetes y tomas de tierra. Por su parte, las últimas declaraciones de Macri y parte de su equipo, comienzan a dar datos de lo que sería su eventual gestión: recientemente anunció, sin pelos en la lengua, que los problemas del cepo al dólar y la inflación, deben resolverse devaluando.

LA IZQUIERDA Y LOS SECTORES POPULARES

La relegitimación de las instituciones luego del 2001 fue gestándose desde el kirchnerismo mediante la cooptación de organizaciones y concesiones parciales a sentidos reclamos populares. Luego de la crisis del 2008, la iniciativa estatal se reforzó en su rol como usina generadora de consenso social en los sectores populares. En los últimos tiempos, este ciclo se vio atravesado por las limitaciones estructurales de la economía junto a un giro conservador que encontró allanado el camino por la desmovilización de amplios sectores populares. El ascenso y posible triunfo del macrismo, pero también la elección de Scioli como candidato del oficialismo, son las señales de que la burguesía avanza en dar cierre al ciclo político posterior a la rebelión de 2001/2002 y muestran un cambio en la correlación de fuerzas en el plano cultural e ideológico social.

Sin embargo, un gran número de trabajadorxs y sectores oprimidos, movilizados por un sentimiento “antiderecha”, se inclinan por apoyar en las urnas al FPV, aun reconociendo el rechazo que puede generarles el candidato oficialista.

El sciolismo, además de gozar de la simpatía de sectores empresarios, cuenta con el respaldo de organizaciones con una importante base popular, incluyendo centrales sindicales. Esto podría considerarse como una "garantía" de contrapeso popular a la hora de aplicar un plan de ajuste o un programa conservador en general. Sin embargo, no es menos cierto que un programa de esas características requiere de un pacto social que sólo una fuerza política con una amplia base social, como lo es el peronismo, puede aplicar con éxito. A su vez, en vez de condicionar el perfil derechoso del ex motonauta, la militancia popular del FPV dio muestras de estar dispuesta a soportar cualquier sapo, empezando por llevar un candidato presidencial de origen menemista.

Por esto, no compartimos la estrategia de varias organizaciones provenientes de la izquierda que de un tiempo a esta parte profundizaron su acercamiento al kirchnerismo, en la expectativa de construir una fuerza amplia con las rupturas que supuestamente sobrevendrían del FPV frente a su giro conservador. Esto no sólo no se constató en la realidad, sino que su acercamiento los traccionó, en esta coyuntura, a un apoyo a Scioli. En algunos casos, incluso, de un modo acrítico.

Tampoco coincidimos con algunas lecturas de izquierda que igualan sin más a las distintas expresiones políticas de la burguesía, o aquellas que identifican a Scioli con toda la experiencia histórica del kirchnerismo. Este tipo de caracterizaciones dificultad una comprensión política de la situación actual, porque impiden reconocer las motivaciones que suscitan la adhesión de amplios sectores de la clase trabajadora al kirchnerismo y las expectativas que muchos de esos sectores depositan hoy en el candidato oficialista contra el ascenso del macrismo.

NUESTRA POSICIÓN DE CARA AL BALOTAJE

Ante un escenario tan cerrado como un balotaje entre dos opciones de la clase dominante y tan ajeno a los intereses de los sectores populares, muchxs compañerxs están pensando votar a Scioli sin convicción, tratando de impedir el triunfo de Macri. Una opción para evitar el supuesto mal mayor que representaría la llegada de Macri a la presidencia, la lógica del voto útil para el mal menor. Somos respetuosos de estxs compañerxs, aunque no compartimos que sea la alternativa para abonar a una perspectiva real de resistencia al avance de la derecha ajustadora.

Nuestra experiencia en la lucha y la construcción cotidiana desde hace años en el movimiento piquetero, sindical, estudiantil, ambiental, cultural y de géneros, nos demostró que las condiciones para la resistencia, las mejores condiciones para luchar, no las ofrecen ninguna de las variantes políticas de la burguesía, sino nuestra fuerza y nuestra independencia para organizarnos y movilizarnos ante cada injusticia, ante cada necesidad, ante cada derecho pisoteado.

Creemos que las organizaciones de izquierda que durante estos años sostuvimos una posición independiente y crítica del kirchnerismo, tenemos la tarea de evidenciar con claridad el carácter antipopular y la perspectiva de ajuste que sostienen, aún con diferencias, tanto Macri como Scioli. No es nuestra tarea embellecer al kirchnerismo y allanarle el camino a Scioli para construir la hegemonía política que no logró como candidato del oficialismo, ni siquiera dentro de su propia fuerza.

El elemento fundamental para interpretar la actual coyuntura política que signa el balotaje está dado por el acercamiento programático entre ambos candidatos. Macri expresa una avanzada de la derecha en el país, y Scioli la creciente adaptación oficialista a esta fuerza en ascenso. El propio FPV tiene gran responsabilidad en el avance del macrismo, ya que votó sus leyes en CABA, tiño de amarillo su plataforma política y mantuvo una concesiva intervención sindical frente al macrismo como patronal.

La construcción de una Alternativa Política de Izquierda con independencia de clase, por la que batallamos hace años, y cuya necesidad se plantea con claridad en esta coyuntura, no debe ser hipotecada con especulaciones coyunturales frente a la encerrona del balotaje. Este tipo de “cálculo político” entre males mayores y menores, entre opciones que se ubican claramente en el campo de la burguesía, siembra confusión e ilusiones sin fundamentos en el activismo que se referencia en nuestras organizaciones, poniendo en riesgo la paciente acumulación de fuerzas que desde las izquierdas venimos forjando para una transformación social, profunda y de raíz.

¿Quién puede asegurar que un triunfo de Macri en estas elecciones no será la bancarrota de la fuerza política que representa por su escaso margen de gobernabilidad? ¿Quién puede asegurar que Scioli no será un nuevo capítulo en la larga lista de males menores que inauguró Menem en 1989 contra Angeloz, y continuó De la Rúa en 1999, contra la opción peor que era Duhalde?

No podemos basar nuestras decisiones políticas en estas elucubraciones. Quedar entrampados en esta lógica desdibuja la frontera de la independencia de clase de nuestras construcciones, perdiendo de vista el objetivo estratégico del cambio social, pues puede conducir a una progresiva adaptación de nuestra militancia a las condiciones que impone el régimen político dominante e incluso el reforzamiento de las opciones políticas de la burguesía.

Por eso, aún en un escenario que se intenta mostrar así de polarizado como este balotaje, sigue siendo cierto que no es nuestra tarea elegir la cara del verdugo, sino la de construir la fuerza política necesaria para quitarnos la soga del cuello.

Es preciso frenar a la derecha ajustadora. Pero un voto a Scioli no es ningún reaseguro en esa tarea. Sólo podemos confiar en el pueblo trabajador organizado y en pie de lucha. Por todo esto, de cara al balotaje, desde COB La Brecha llamamos a votar en blanco, anular el voto o no votar. Y fundamentalmente, llamamos a redoblar los esfuerzos de lxs y luchadorxs para fortalecer la unidad y prepararnos para darle una respuesta política de izquierda al ajuste que se viene.

Sabemos que la posición que asumimos no es cómoda, ya que asistimos a un movimiento de adaptación general al giro conservador. Pero no estamos acostumbrados a la comodidad ni a la adaptación. Hemos resistido a las trampas del sistema y los espejitos de colores con que las clases dominantes intentan fragmentar, debilitar y tutelar al movimiento social en esta década.

Apostamos a que las diferencias políticas surgidas en el marco de la encerrona impuesta del balotaje no se conviertan en un obstáculo para el desarrollo de una política de unidad en la lucha de todos los sectores que estemos dispuestos a resistir el ajuste. Nos necesitaremos juntxs. En la calle y con el cuerpo. Como nos enseñaron Darío y Maxi, Mariano Ferreyra, Carlos Petete Almirón, Silvia Suppo, Carlos Fuentealba y tantxs otrxs.

Sólo una política de frente único, asentada en la movilización y la lucha independiente, nos permitirá defender nuestros derechos y avanzar como clase en la dura coyuntura que se viene. Estaremos más predispuestxs a la lucha que nunca, siempre con voluntad de vencer, construyendo poder popular desde abajo y a la Izquierda, con la perspectiva de cambiar de raíz este sistema injusto y miserable.

¡Arriba lxs que luchan!

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