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jueves, 15 de diciembre de 2011

[EL PIQUETERO Nº1] LA IZQUIERDA FRENTE A LA ARGENTINA PIQUETERA (JUAN MARINO)

La izquierda frente a la Argentina piquetera

Juan Marino
@JuanMarinoTPR

El balance del Argentinazo y los 10 años posteriores debe ser discutido a la luz de los desafíos que tiene la clase obrera piquetera argentina frente a la bancarrota capitalista mundial, el viraje de conjunto del gobierno de Cristina hacia la derecha, y los levantamientos obreros y populares que vienen sacudiendo a nuestro país durante el último período. En ese sentido, la marcha a la Plaza de Mayo en el décimo aniversario del levantamiento revolucionario del 19 y 20 constituía una oportuni­dad para que las compañeras y compañeros que vienen protagonizando esos levantamientos y esas luchas se movilicen en oposición a la política del gobierno y fijen posición frente a la bancarrota capitalista. Es en esa línea que desde la Tendencia Piquetera Revolucionaria saludamos como un paso adelante el hecho de que la movilización unitaria del 20 de diciembre levante como consignas: 1. No al tarifazo y al ajuste del gobierno K; 2. Paritarias libres, sin topes salariales; 3. Cierre de las causas, anulación de las condenas y libertad a los luchadores. Y por eso, llamamos al conjunto de los luchadores a copar la Plaza este 20 de diciembre en contra de la política de Cristina.

UNA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA NO SE PUEDE CONSTRUIR DÁNDOLE LA ESPALDA A LOS LEVANTAMIENTOS OBREROS Y POPULARES

La izquierda se negó, sin embargo, a que la marcha de este 20 de diciembre haga una reivindicación explícita de los levantamientos obreros y populares que vienen sacudiendo a la Argentina y que ponen de relieve la vigencia del Argentinazo. Por exclusiva responsabilidad de los partidos del Frente de Izquierda (PO, PTS e IS) y de los partidos de izquierda integrados a Proyecto Sur (PCR y MST), el documento unitario del 20 de diciembre y las consignas no van a dar cuenta del Estudiantazo, de la enorme lucha de los tercerizados del Roca contra los despidos y por el pase a planta permanente, del Villerazo nacional desatado por la ocupación del Parque Indoamericano, del levantamiento popular encabezado por docentes y petroleros en Santa Cruz, de la gran huelga de más de dos meses de la Interhospitalaria en Córdoba, y del Villerazo en Jujuy iniciado con la toma del Ingenio Ledesma. Esto, cuando se trató de grandes levantamientos populares que se proyectaron sobre la situación política durante 2010 y 2011 y que por su masividad, su extensión y en algunos casos su proyección nacional marcaron un nuevo momento de la situación pre-revolucionaria que atraviesa a la Argentina. La hostilidad de esta izquierda a los levantamientos populares ya se había puesto de relieve cuando boicoteó la marcha a Plaza de Mayo en el 1º aniversario de la ocupación del Parque Indoamericano (ver contratapa). Por eso, se opusieron también a la lucha por un segundo Argentinazo, que permite darle a todos estos levantamientos un norte común para desatar la acción histórica independiente de las masas frente a la bancarrota capitalista.

¿ADAPTACIÓN A LOS SOJEROS DEL PCR O LUCHA POLÍTICA PÚBLICA AL INTERIOR DE LA VANGUARDIA OBRERA?

Una izquierda revolucionaria y un partido de los trabajadores que pretenda marcarle un camino a la clase obrera para intervenir frente a la bancarrota capitalista tiene que señalar con claridad quiénes son sus amigos y quiénes sus enemigos, de forma tal que pueda desarrollar una intervención programática. En ese sentido, la primera reunión para discutir el contenido de la marcha unitaria del 20/12 había sido muy positiva, dado que los partidos del Frente de Izquierda e incluso el MST habían llevado la propuesta de que una de las consignas de la marcha fuera “¡Que la crisis la paguen los capitalistas!”. Sin embargo, y sin mediar lucha política pública alguna, a la siguiente reunión presentaron una posición común con el PCR para que la consigna cambiara a “¡Que la crisis la paguen los grandes capitalistas, banqueros y terratenientes!”. Y, en esta misma línea, se opusieron a mencionar siquiera un planteo de reorganización social en cualquiera de sus formas, cuando una de las principales conclusiones del Argentinazo es que, al haber sido una situación revolucionaria, planteó un horizonte de revolución social para millones y la tarea de poner en pie un gobierno de trabajadores.


Esto, por la oposición del PCR a denunciar al conjunto de la clase capitalista, en función de su política contrarrevolucionaria de disolución detrás un sector de los capitalistas. Esta política se expresó ya cuando se subordinaron a la Sociedad Rural en 2008. Se expresó, también, antes, durante y después del Argentinazo: antes, cuando pretendían disolver al movimiento piquetero en defensa de los subsidios y las exenciones impositivas a las mismas PYMES que despedían y negreaban a muchos compañeros piqueteros; durante, cuando boicotearon la marcha a la Plaza de Mayo el mismo 20/12 junto a la FTV-CTA para después ir a apoyar al gobierno de Rodríguez Saá; después, llevando a pasear a Kirchner por La Matanza y disolviéndose en multisectoriales con la Iglesia (cosa que también hicieron durante los ’90). Todo esto, sin poder explicar cuál sería el sector capitalista que encabezaría el gobierno “democrático, popular, patriótico y antiimperialista” que propone el PCR.
Desde la TPR, en oposi­ción a esta política, defendimos el planteo de luchar para que la crisis la paguen los capitalistas. En ese sentido, lo dijimos bien claro: si va­mos a decir explícitamente cuáles son los sectores capitalistas que más recaudaron durante todo el último período y que más plata fu­garon del país; cuáles son los que más negrean a los trabajadores; cuáles son los que están despi­diendo, suspendiendo y cerrando; entonces digámoslo. Digamos, por lo tanto, que la crisis la paguen las petroleras, agroalimenticias, telefónicas, mineras, siderúrgicas, automotrices, cadenas de super­mercados, terratenientes y ban­queros. Porque lo otro se trata de una adaptación a los capitalistas que están destruyendo la econo­mía nacional y descargando la cri­sis sobre los trabajadores. Por lo tanto, propusimos explicitar todos esos sectores en el documento y mantener la consigna “¡Que la cri­sis la paguen los capitalistas!”. Sin embargo, la izquierda mantuvo la consigna central impuesta por el PCR y sólo accedió a denunciar a algunos de estos sectores capita­listas dentro del documento.

En esta misma línea, el PCR bloqueó que el documento de la marcha del 20 denunciara al gobierno de Hermes Binner, el cual se encuentra desarrollando un ajuste en toda la línea contra los trabajadores de Santa Fe. Argumentó, para ello, que si la marcha denunciaba a Binner, la CCC de Provincia de Buenos Aires no participaría dado que integró las listas del Frente Amplio Progresista de Binner durante las elecciones de agosto y octubre de 2011. Frente a esto, los compañeros de ruta morenistas del PO en el FIT (PTS e IS) rápidamente dijeron que se podía no denunciar directamente a Binner y que, en su reemplazo, había que colocar una denuncia genérica a los gobiernos ajustadores. El PO, que al principio batalló en oposición a esta política del PCR, terminó aceptando la imposición de los mao-stalinistas luego de la adaptación abierta del morenismo del Frente de Izquierda. Esto es grave teniendo en cuenta que Binner se ha colocado como el principal opositor patronal a Cristina, como clara expresión de los intereses de los sojeros. Hoy, el exponente de la derecha sojera que exige ajuste y acuerdo con el Club de París y el FMI, es, justamente, Hermes Binner. No denunciar esto abre paso a que Binner desarrolle, a través del FAP, una brutal tarea de cooptación política –que ya tuvo como resultado la integración de Libres del Sur y el apoyo del PCR en determinadas provincias.

Y a todo esto, se le suma el hecho de que se nega­ron a denunciar a las empresas que han anunciado o que ya están llevando adelante despidos, sus­pensiones, o incluso que directa­mente están cerrando. Desde la TPR propusimos que se denuncia­ra los despidos y suspensiones en Fiat, Renault, Volkswagen, Alpar­gatas, Aluar, el cierre de Naranpol en Rosario y el despido de 200 compañeros en la exportadora de peras Salentein del Alto Valle de Río Negro. La izquierda se opuso.

Esta situación plantea dos problemas. El primero es, nuevamente, contra quién y en defensa de quién tiene que dirigir su lucha la clase obrera. El planteo de la izquierda les im­pide a los trabajadores tener cual­quier tipo de orientación sobre este punto. El segundo, y más evidente, es el siguiente: una izquierda que no sirve para defender a los com­pañeros que, producto de la crisis, están siendo despedidos y sus­pendidos, es una izquierda que no sirve para nada.

Si el PCR estuvo en condiciones, durante todas las reuniones previas a la marcha del 20, de imponer su orientación política, es por el hecho de que no hubo un bloque obrero con la homogeneidad y la autoridad suficiente para imponer los términos de la movilización. De hecho, la participación de las comisiones internas y cuerpos de delegados combativos en la preparación de la marcha fue prácticamente nula, y las pocas internas y delegados que participaron fueron hostilizados por los partidos de Proyecto Sur y el FIT en defensa del acuerdo político establecido entre ellos. Porque, justamente, lo que sucedió en este décimo aniversario del Argentinazo fue que los partidos del Frente de Izquierda, en vez de dar una lucha política pública contra la orientación del PCR a través de sus periódicos y de motorizar que las organizaciones de la vanguardia obrera tomaran en sus manos la convocatoria a la marcha con un planteo independiente, privilegiaron defender el acuerdo con el PCR a espaldas de la vanguardia obrera. Esto debido a que, como no existe dicho bloque obrero, las reuniones preparatorias se reducen a la posibilidad de acuerdo entre las organizaciones convocantes y, por lo tanto, se desarrolla una tendencia a adoptar las posiciones del ala más conservadora de la reunión en defensa de la “unidad”. Sería otra la historia si hubiese un trabajo de frente único de la izquierda al interior de las organizaciones obreras a partir de un acuerdo programático que impulse la intervención de los trabajadores, lo que condicionaría a los propios partidos como el PCR, quienes se verían frente a la disyuntiva de darle la espalda a la vanguardia obrera y romper la marcha, o aceptar las condiciones impuestas por esa vanguardia.

FRENTE DE IZQUIERDA: ¿A FAVOR O EN CONTRA DEL CATASTROFISMO, LA DICTADURA DEL PROLETARIADO Y EL MOVIMIENTO PIQUETERO? 

La adaptación al PCR, sin em­bargo, no está determinada por una correlación de fuerzas desfa­vorable a la izquierda anticapitalis­ta del FIT: en las últimas eleccio­nes, Pino Solanas fue proscripto mientas el FIT evadió la proscrip­ción y triplicó los votos de Proyec­to Sur en las primarias. La adap­tación, por lo tanto, obedece a la propia orientación de los partidos del FIT. 

El Frente de Izquierda, que ha constituido un paso adelante en la medida en que se colocó en oposición a la cooptación estatal, se desarrolla sin embargo dando la espalda a los levantamientos populares y la lucha para que la crisis la paguen los capitalistas. Esto se expresa, como ya dijimos, en su boicot a la lucha del Indoamericano y, también, en su oposición a desarrollar una lucha política unificada contra el proceso de despidos, suspensiones y cierres que ya es una realidad en una gran cantidad de fábricas y lugares de trabajo. En el debate sobre la marcha del 20, esta orientación anti-piquetera y conservadora quedó muy clara.

Como dijimos desde que se formó el Frente de Izquierda, el mismo no se trata de un frente sino de un pacto contra el Partido Obrero marcado por la completa adaptación al morenismo (PTS e IS). Justamente, el PTS ha publicado un compilado de artículos viejos de Christian Castillo de los últimos 10 años titulado “La izquierda frente a la Argentina kirchnerista: una visión alternativa al relato gubernamental y al de los medios opositores”, que vendría a oficiar de balance oficial del PTS sobre el Argentinazo y la lucha política posterior. Debería titularse, sin embargo, un “relato adaptado al kirchnerismo”. Porque allí, el PTS afirma que con el kirchnerismo se desarrolló un “proceso de cierta ‘sustitución de importaciones’, que ha favorecido el crecimiento de la industria, que es el principal cambio estructural que ha tenido la economía argentina desde la devaluación”. ¡Impresionante! El “neoliberalismo del 3 a 1” (como ellos denominan al régimen kirchnerista) desarrolló la industria y generó un cambio estructural en la economía argentina. Y no solamente eso. Uno de los subtítulos de uno de los artículos del libro habla de “una recomposición ‘copernicana’ de las fuerzas objetivas de la clase trabajadora” para luego señalar que “este crecimiento de la fuerza objetiva de la clase trabajadora ha venido acompañado de una heterogeneización de la condición obrera (…) el importante crecimiento en el número de trabajadores ocupados se ha dado en el marco de continuidad de las condiciones de fragmentación objetiva que se fueron imponiendo durante la época pasada”. Es decir que, para el PTS, si bien quedan reminiscencias del menemismo, el kirchnerismo reforzó a la clase obrera de forma “copernicana”. Esto habría generado, según ellos, un “marco de pasividad general debido al conservadurismo en las clases medias”.

Lo primero que hay que señalar, en este punto, es que lo que es seguro es que el conservadurismo de quien escribe el libro y de la propia dirección del PTS, generó la completa pasividad de su partido antes y después del Argentinazo. Porque el PTS estuvo completamente ausente de la lucha piquetera que preparó y orientó políticamente el levantamiento revolucionario del 2001, así como también estuvo ausente de los grandes levantamientos y las grandes luchas obreras, populares y piqueteras que se desarrollaron con posterioridad. Y esto no es algo que digamos sólo nosotros sino que el propio PTS lo admite (e intenta justificar) en uno de sus artículos: “el desarrollo de la situación pos 2001 presentó la siguiente paradoja: los momentos políticamente más revolucionarios fueron a su vez de gran retracción en la actividad de los trabajadores ocupados, con la excepción del proceso de vanguardia de ocupación de fábricas. Ello produjo que en momentos de importante movilización, nuestra actividad estuviese en cierto sentido a contracorriente”. ¡Muy bien! ¡La actividad del PTS estuvo a contracorriente de los momentos políticamente más revolucionarios! ¿Así van a construir un partido revolucionario?

Esto mismo lo admiten cuando dicen que se hicieron presentes en el Indoamericano “para expresar la solidaridad con los ocupantes, que la noche anterior habían sufrido un verdadero pogromo” y que, el día del levantamiento de la toma, ellos plantearon “que la movilización unitaria (…) se trasladase a Soldati, cuestión que no fue aceptada por las oganizaciones convocantes (…) Así, mientras los referentes de izquierda de la ocupación marchaban por el centro porteño, los punteros del gobierno –y miembros de las embajadas de Bolivia y Paraguay- hacían su trabajo de ‘convencimiento’ sobre las familias”. Se trata de una impostura intolerable. Si pudieron ir el día siguiente al “pogromo”, ¿por qué no fueron cuando se estaba desarrollando el propio pogromo, para desarrollar una verdadera solidaridad obrera con los ocupantes (correr su propia suerte, como decía el Che)? Si tanto denuncian a los “referentes de izquierda de la ocupación”, ¿por qué no fueron al Parque el día del levantamiento de la ocupación para dar una lucha política contra los punteros del gobierno y defender la toma? El PTS no puede ocultar que no hizo nada para enfrentar la represión policial y de las patotas, y que no hizo nada para enfrentar la acción de los punteros para levantar la toma.

Su hostilidad a la lucha piquetera y los levantamientos populares está determinada por esta completa adaptación al kirchnerismo. ¡Y claro! ¡Si para el PTS hay un gobierno que industrializa el país y refuerza objetivamente a la clase obrera, generando un marco de pasividad social! Un gobierno de ese tipo, si no merece el apoyo de los trabajadores, por lo menos merece no ser enfrentado frontalmente. Y es por eso que el PTS propone una actividad conservadora justificándose en que “las futuras crisis económicas y políticas tipo 2001 (inevitables) deben encontrarnos con una poderosa red extendida a las principales fábricas, empresas, colegios, facultades y barrios, que constituya una izquierda socialista de los trabajadores y la juventud capaz de poner en pie, cuando vuelvan a irrumpir luchas que enfrenten directamente al régimen político y se rompan las ilusiones reformistas, un partido de trabajadores revolucionario con fuerza de masas”. Pero entonces el PTS nunca va a poner en pie un partido revolucionario, porque esas luchas ya irrumpieron decenas de veces y, como el propio PTS admite, los encontró a ellos “a contracorriente”. De hecho, en ese mismo sentido, el PTS dice que si el 2001 no triunfó fue por la ausencia de la clase obrera industrial y su partido de vanguardia durante el Argentinazo (es decir, la “poderosa red extendida” del PTS). Habría que preguntarle a Castillo y Albamonte qué hicieron durante 13 años, desde su fundación en 1988 hasta 2001, para construir esa “poderosa red” que no se vio por ningún lado.

El Partido Obrero, que a diferencia del PTS sí intervino en el sector más avanzado de la clase obrera ocupada y desocupada (el movimiento piquetero), que desarrolló al Polo Obrero y a las asambleas nacionales piqueteras y de trabajadores ocupados y desocupados como organismos para intervenir en todo el proceso de lucha piquetera antes, durante y después del Argentinazo, critica al PTS por su “suerte de pesimismo estructural” en un artículo de Rieznik sobre el refrito firmado por Christian Castillo (ver Prensa Obrera Nº 1201). Estamos de acuerdo. Sin embargo, esta crítica de Rieznik no ha pasado de los papeles, porque en el artículo de balance del Argentinazo de la Prensa Obrera Nº 1206 se apropian del balance de Izquierda Socialista: “’Ahora tenemos al FIT’, señaló Edgardo Reynoso, al establecer una diferencia entre la crisis que culminó con el Argentinazo de 2001 y la situación abierta con la crisis que una década después recorre el mundo capitalista”. Es decir que la conclusión del Argentinazo sería la formación del FIT: un frente anti-piquetero y democratizante que aborda la bancarrota capitalista con el mismo “pesimismo estructural” que caracteriza al PTS. Por algo Rieznik se ocupó de cerrar rápidamente la polémica abierta sobre el refrito de Castillo, de forma tal de poder avanzar rápidamente en la formación de un partido en común y, ahora, en la convocatoria a un congreso internacional para discutir la refundación de la IV Internacional en común. ¿Una IV Internacional que aborde la bancarrota capitalista con una “suerte de pesimismo estructural” puede afrontar una etapa caracterizada por las guerras, revoluciones y contrarrevoluciones? No parece lo más probable.

ESPONTANEIDAD, PARTIDO Y SINDICATOS

En  oposición a esta orientación conservadora, anti-piquetera y democratizante del Frente de Izquierda, de lo que se trata es de intervenir en los levantamientos y luchas obreras y populares que prefiguran y preparan el segundo Argentinazo contra los K y la derecha sojera, con el objetivo de llevar adelante las tareas que dejó planteadas el propio Argentinazo y superar sus límites. Fue exactamente lo que hizo el Partido Obrero durante toda la etapa preparatoria del 19 y 20 de diciembre. Contra quienes le atribuyen un carácter “espontáneo” al Argentinazo, llo que implicaría una supuesta au­sencia de una lucha de tendencias al interior del movimiento que preparó la rebelión popular, es necesario afirmar con toda claridad que si existió el Argentinazo fue porque hubo toda una década de lucha piquetera a lo largo y ancho de todo el país, con puebladas, cortes de ruta, huelgas, tomas de fábricas, acampes, enfrentamientos con el aparato represivo, que fue generando las condiciones políticas para que se pudiera desarrollar un levantamiento revolucionario, una acción histórica independiente, como sucedió el 19 y 20, donde intervinieron diversas tendencias políticas que batallaron para imprimir su orientación al movimiento de lucha.

Y es necesario afirmar también que hubo un partido político que encarnó la tendencia revolucionaria al interior del movimiento piquetero y que intervino en cada una de las etapas de desarrollo de esa lucha piquetera para orientarla políticamente y proyectarla como vanguardia nacional en la lucha contra el Estado y por un gobierno de los trabajadores: el Partido Obrero. Fue el Partido Obrero el que batalló por los congresos piqueteros, los que unificaron al movimiento piquetero en oposición al gobierno; fue el Partido Obrero el que batalló por la consigna ¡Fuera De La Rúa-Cavallo!, consigna adoptada por el conjunto del movimiento piquetero que orientó la rebelión popular del 19 y 20 contra el centro del poder político y le permitió triunfar; fue el Partido Obrero el que plantó una bandera independiente y, cuando la mayoría del movimiento piquetero (CCC y FTV) se dieron vuelta y pasaron a apoyar a Rodríguez Saá, siguió peleando para que se vayan todos y por un gobierno de los trabajadores. Como se ve, nada hubo de “espontáneo” en el Argentinazo, sino que hubo un largo período preparatorio donde un partido revolucionario intervino en los levantamientos y en las luchas obreras y populares para darles un norte político unificado e independiente.

Es ese mismo Partido Obrero que hoy está renunciando a esta enorme tradición política y dejando un espacio vacante en la situación política. Como Tendencia Piquetera Revolucionaria, por el contrario, defendemos esa tradición a través de nuestra intervención política práctica, peleando para llevar adelante las tareas del Argentinazo y superar sus límites. Porque, al mismo tiempo que el movimiento piquetero se colocó como la representación política del conjunto de la clase obrera (ocupada y desocupada) y como la vanguardia del conjunto de los explotados de Argentina, la mayoría de la clase obrera ocupada no formó parte del levantamiento del 19 y 20. La burocracia de los sindicatos, sistemáticamente, boicoteó la organización de los desocupados y trabajó para escindir a la clase obrera ocupada de la clase obrera desocupada. La adaptación de la fracción más grande de las organizaciones piqueteras (CCC y FTV) a la burocracia le generó un mayor margen para permitir que esto sucediera.

Por lo tanto, una crítica práctica a los límites del Argentinazo requiere pelear para que los sindicatos, las comisiones internas, los cuerpos de delegados, estén en manos de los piqueteros, no de la burocracia, y por lo tanto defiendan la unidad de la clase obrera ocupada y desocupada en la lucha por un segundo Argentinazo. Eso requiere, a su vez, que los piqueteros revolucionarios peleemos para que sean los sindicatos los que tomen en sus manos la tarea de intervenir frente a la situación política con un planteo independiente, apoyen e impulsen los levantamientos populares, y se constituyan, por lo tanto, como una alternativa obrera independiente frente al gobierno kirchnerista y la oposición patronal. El Frente de Izquierda (con el PTS a la cabeza), lejos de compartir esta posición y desarrollarla para que la clase obrera ocupada juegue un rol de vanguardia en el próximo 2001, boicotea la posibilidad de que las comisiones internas donde juegan un rol dirigente ocupen un papel independiente en el plano político. Esto se expresó, claramente, en la preparación de la marcha del 20. Por eso, cuando el PTS dice que el principal límite del Argentinazo fue la ausencia de la clase obrera ocupada en el mismo, se trata solamente de una maniobra para encubrir su propia ausencia.

Por lo tanto, para que haya un segundo Argentinazo contra los Kirchner y la derecha sojera encabezado por la clase obrera piquetera, hay que dar una lucha política pública y proceder a una delimitación tajante con la política contrarrevolucionaria del PCR y con la política democratizante, anti-piquetera y centrista del Frente de Izquierda. El conjunto de la militancia del PO tiene que contrastar el rol de vanguardia jugado por el Partido Obrero antes, durante y después del Argentinazo; con el actual proceso de disolución política detrás del morenismo contra los levantamientos populares; y en función de eso luchar contra la política anticapitalista de su Comité Central. Nosotros, los militantes de la TPR, vamos a defender la tradición del Partido Obrero batallando al interior del Partido Obrero de cara al XXI Congreso; y la vamos a defender también a través de nuestra propia acción política.

En la etapa preparatoria del segundo Argentinazo, la TPR va a luchar para que los sindicatos, las comisiones internas y los cuerpos de delegados desarrollen una intervención independiente en la situación política de forma tal que el próximo levantamiento revolucionario encuentre en Argentina a la clase obrera ocupada como su principal protagonista. Por eso, vamos a desarrollar una Tendencia Piquetera Revolucionaria en el corazón de la clase obrera industrial, y vamos a intensificar nuestra actividad de agitación, propaganda y organización en los lugares de concentración de la vanguardia obrera de nuestro país, para unificarla con los levantamientos populares y proyectar a ambos sobre la situación política.

El Piquetero sale a la cancha para dar esta batalla.

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