ALTAMIRA: "Si se
observa con cuidado, la bancarrota capitalista no ha habilitado “un ascenso de
la izquierda”, sino un ‘descenso’ de ella.” (“Elecciones 2013, un asunto
estratégico”, 1/11, Prensa Obrera N° 1246)
La Conferencia Latinoamericana de la CRCI: el
“grado cero de la estrategia” a favor del PSOL y contra el catastrofismo, el
Frente Único Anti-imperialista y la Revolución Permanente
Para defender a la CRCI, la TPR pide su reincorporación y
llama a que el Secretariado Internacional fije posición
Christian Armenteros
En el mes de septiembre, Jorge Altamira participó del
Simposio de la Izquierda en América Latina organizado en la USP de Brasil. Como
parte del mismo, el PO convocó una “conferencia latinoamericana de la CRCI”. De
la misma surge un documento intitulado “La bancarrota
capitalista sacude a América Latina: por una alternativa obrera y socialista. Por la fusión de la izquierda revolucionaria con el
movimiento obrero” que lleva la firma de delegaciones
del Partido Obrero (PO) de Argentina; del Partido de Trabajadores (PT) de
Uruguay; de Tribuna Classista de cinco estados de Brasil; personalidades
y militantes de Brasil, Paraguay y Chile.
“CONFERENCIA LATINOAMERICANA DE LA CRCI”: SIN
CONVOCATORIA PÚBLICA, SIN DIFUSIÓN Y PARA SALIR AL RESCATE DEL PSOL
Frente a esto
corresponde hacer dos señalamientos:
1. Con respecto a la convocatoria, fue una
farsa tanto por su nula existencia previa (nadie sabe de ningún trabajo público
de reuniones y debates con la izquierda latinoamericana para que se sumen a la
misma) como por la reducida participación efectiva de las propias secciones miembros
o simpatizantes de la CRCI en América Latina (no estuvo presente ni Venezuela,
ni México, ni Bolivia, ni Chile y sólo participó Brasil, Uruguay y Argentina). Todo
esto haciendo la salvedad de que la conferencia fue en Brasil y obviamente no se
le dedicó ni medio renglón al PCO (ex sección brasilera de la CRCI)
2. Con respecto al
contenido, no hace más que repetir algunos lugares comunes para la tradición
política del PO. Por eso en la charla de la cual participó Altamira en Porto
Alegre, él mismo se dedica a explicar que el verdadero objetivo del documento es
proponer “un trabajo latinoamericano para que nadie piense que es una maniobra
política en ese país sino una tarea de características generales, amplias,
etc.” O sea, su planteo de un “frente único de la izquierda revolucionaria” va
dirigido “para unir a la izquierda que estaba unida en Brasil y se rompió (como
es el caso de Heloísa Helena)”, es decir, una formación parlamentaria
frentepopulista que no superó programáticamente al propio PT de Lula y, por
eso, en Belém participa del frente popular junto a PCdoB (gubernamental),
Edmilson Rodrígues (ex intendente por el PT) y que, en segunda vuelta, tuvo el
apoyo del propio PT. Sólo cuando uno logra visualizar esta lucha política es
que puede realmente leer el texto. El documento que votó la “Conferencia
Latinoamericana de la CRCI” no busca intervenir para que los trabajadores
saquen conclusiones y rompan con el PSOL sino, por el contrario, para salir a
su rescate por medio de un planteo frentista que omite pronunciarse sobre el
PSTU, la LER-QI o cualquier partido brasilero. Tan claro es esto que en el
propio documento no se dedica una sola línea a estudiar el problema de la
izquierda para tener las manos libres a cualquier acuerdo.
ANTI-CAPITALISMO Y ANTI-IMPERIALISMO: ¿SÓLO
UN PROBLEMA DE MÉTODO?
Sin embargo, el documento no tiene sólo un
fin pragmático sino que consultado en la charla sobre su vínculo con la táctica
del Frente Único Anti-imperialista Altamira puso de manifiesto lo que la TPR
viene denunciando desde nuestra expulsión: su viraje anti-capitalista y la
sustitución de la tradición programática del PO por el “grado cero de
estrategia” elaborado por Daniel Bensaïd y el SU. Con la pequeña diferencia, para colmo, que están importando
el anti-capitalismo de un país imperialista a un país oprimido.
La primer definición que toma Altamira es que
“hablar de lucha contra el imperialismo en América Latina al margen de la
bancarrota capitalista mundial, no existe”. Esto es relativamente cierto en la
medida que la bancarrota capitalista refuerza la OPRESIÓN NACIONAL y que NUNCA
LA ATENUA. Sin embargo, en las palabras de Altamira es para justificar
exactamente lo contrario pues: “Cada vez que ataque el imperialismo vamos a
hacer una unidad pero la perspectiva estratégica de que el proletariado mundial
y de América Latina aparezca como clase frente al capital en esta crisis
depende de una cuestión estratégica, no de cosas puntuales. Si no se presenta
como clase vamos a terminar con fascismo y, paradojalmente, la debilidad de la
izquierda impide que emerja el fascismo porque hoy no hay ningún peligro por
izquierda. Para la burguesía es mejor mantener gobiernos democráticos
reaccionarios. Nosotros no nos apartamos de la pauta. Queremos hacer la mejor
contribución a la pauta. De modo de clarificar lo que es el punto central. En
todo caso, se confirma que no está debidamente atendida la crisis mundial de la
izquierda que es un problema que está siendo separado.”
La forma de entender en criollo esta
“complejidad” es contundente: “La estrategia (anti-capitalista) no depende de
cosas puntuales (la opresión imperialista y el país concreto en que uno se
plantee la lucha revolucionaria). Nosotros no nos apartamos de la pauta (el
FUA) sino que queremos hacer la mejor contribución a la pauta
(anti-capitalismo). En todo caso, (si estamos equivocados demuestra que hay que
discutir contra nosotros mismos).”
Esta rabiosa revisión del programa histórico
del Partido Obrero no tiene nada de improvisado dado que en su libro “No es un
martes negro más” (que Altamira cita en la charla) se reivindica y se publica
un texto fundacional de nuestra corriente histórica titulado “Las ‘tesis’ del Comité
Internacional” escrito por Jorge Altamira y Julio Magri en Agosto de 1981
(Internacionalismo N° 3) como parte de la Tendencia Cuarta Internacional (TCI).
Por lo cual, la publicación de ese texto no es ocasional sino para marcar que
la táctica para separar a la clase obrera de las direcciones nacionalista es el
Frente Único Anti-imperialista. El hecho de que sea “en el marco de la
bancarrota capitalista” (y no la
opresión nacional) es lo realmente anecdótico porque si el FUA sólo sirviese
para momentos de estabilidad capitalista y no para su crisis entonces se
demostraría como totalmente impotente y tendría que ser rechazada
categóricamente. Una táctica (FUA) y una estrategia (Revolución Permanente) que
no sirven para intervenir en la bancarrota capitalista no sirven para nada. Por
eso, ahora parece que Altamira citando su propio libro que reivindica explícitamente
al FUA y la Revolución Permanente pretende hacernos llegar a la conclusión
contraria sin animarse a decirlo.
Por eso, en
su intervención Altamira borra de un plumazo la distinción entre los países
opresores y oprimidos por el imperialismo al plantear: “La tarea principal en
América Latina es la misma que en el mundo con naturalmente las
particularidades de programa, de reivindicaciones. (…) El problema es de
métodos. Y entonces uno tiene un método. Otros tienen otros métodos. Me parece
absolutamente normal. Me parece que es una discusión de camaradas. Naturalmente
ante una primera discusión puede parecer confusa pero después se va
clarificando y se van buscando formas de actuación, etc…”.
ARGENTINA, CATASTROFISMO Y ANTI-IMPERIALISMO
Ojo, esto que parece una especie de
“aggiornamiento” o un “pragmatismo revolucionario” por parte de Altamira en
realidad encubre su eclecticismo y un cúmulo de teorías que ningún
revolucionario debería dejarle pasar impunemente. Para el nuevo Altamira: “El
anti-imperialismo en América Latina fue cambiando de forma. Porque hace 100
años en América Latina no había obreros. Argentina era un país industrializado
(de un plumazo, los aportes de Milcíades Peña y Liborio Justo son tirados a la
basura para ser sustituidos por planteos emparentados con Mariátegui o
apologistas del nacionalismo burgués) pero los otros países la clase obrera era
muy minoritaria. Brasil era una oligarquía cafetalera. Hoy la clase obrera
industrial brasileña es mucho más grande y el peso de su lucha contra la
burguesía se hace sentir. Entonces aparece mediatizado el problema de la
dominación del imperialismo por una gran lucha obrera interna. Nosotros en
ninguna lucha antiimperialista vamos a sacrificar la lucha de la clase obrera
contra la burguesía nacional de su propio país. Esto tiene que ver con la
crisis capitalista mundial. Para alguno esto puede sonar complejo” Como se ve,
Altamira insinúa que el FUA es “sacrificar los intereses de la clase obrera”
pero parece desconocer el ABC de la Revolución Permanente: la clase obrera no
puede afrontar su emancipación social sin resolver al mismo tiempo la opresión
nacional. De lo contrario, se retrocede del socialismo al corporativismo
estrecho fabril o al socialismo puro como una caricatura de “clase contra
clase” negando que la clase obrera tiene que ser un auténtico caudillo nacional
en la revolución democrática-burguesa (tesis de la revolución permanente)
Por otra parte, si se mira
el discurso de cierre de Altamira al XXI Congreso del Partido Obrero, puede
verse con toda claridad que la tesis de que “Argentina es un país
industrializado” (y que, por lo tanto, sólo cabe una revolución socialista
pura) ya estaba esbozada en las siguientes afirmaciones: “La historia de las
crisis mundiales ha demostrado, por lo menos desde la crisis de 1828 que le
pavimentó el camino a Rosas, que Argentina se ha desenvuelto a golpes de crisis
mundiales. La caída del régimen de Rosas es un resultado tardío de la crisis
mundial de 1848. Este país se fue industrializando después de la crisis del
'30, los primeros signos de industrialización ocurrieron con la gran crisis de
1890 (sólo superada por el derrumbe de 2001) y en cualquier libro de texto
ustedes pueden leer que la Primera y la Segunda Guerra Mundial, como no había
qué importar, favorecieron la industrialización. Esta es una visión dialéctica
de la crisis, que requiere un desarrollo más. La crisis, al romper las
relaciones establecidas, ofrece una oportunidad a las naciones sometidas por
esas relaciones, a emprender un desarrollo relativamente autónomo. Es la
historia no sólo de Argentina, sino también de Turquía y Brasil, o de la propia
Alemania o Italia que son naciones burguesas que llegaron tarde al mercado
mundial. Para conquistar, sin embargo, la oportunidad de un desarrollo
relativamente autónomo, como consecuencia de la crisis, es necesario primero
que la crisis estalle, que haga su labor destructora parcial de las relaciones
precedentes. Porque la industrialización de los 30 no obedeció a un de la plan
oligarquía argentina con el dictador Uriburu, y con el sinvergüenza de Justo
posteriormente, como lo prueba el tratado de Roca Runciman, que defendió a
muerte la cuota ganadera en el mercado de Smithfield, en beneficio de las
importaciones y remesas de ganancias de las compañías británicas. Solamente
cuando todo eso se vino abajo, y la economía argentina cayó un 20%, la propia
oligarquía argentina empezó a poner algunas fábricas y a emprender un proceso
de industrialización parcial.”
De esta forma, en el fondo del abandono de la táctica del Frente Único
Anti-imperialista se ubica la negación del catastrofismo y el balance de que el
desarrollo capitalista fue posible a partir de que la crisis del imperialismo
habilitó un proceso de desarrollo capitalista autónomo en paralelo (e incluso
colaborando parcialmente) con el sistema imperialista.
¿NACIONALISMO
BURGUÉS PROGRESIVO HISTÓRICAMENTE O “BONAPARTISMO CON FRASEOLOGÍA ANTI-IMPERIALISTA”?
De esta
forma, con una lógica absolutamente alienada bajo la presión ideológica del
morenismo, se llega a la conclusión de que “el problema principal en América
Latina es desenmascarar al bonapartismo que detrás de la fraseología anti-imperialista
está sometiendo a la clase obrera.” El razonamiento es cristalino: dado que hay
un desarrollo capitalista maduro, el nacionalismo burgués queda desnudo de
cualquier carácter históricamente progresivo y sólo queda en pie su carácter
bonapartista y reaccionario. De ahí que ya no se hable de un “bonapartismo sui
generis” sino de un bonapartismo a secas “con fraseología anti-imperialista”.
Es decir, el famoso “doble discurso” que denuncian las sectas
anti-capitalistas. Esto deja absolutamente huérfano de una táctica y una
estrategia coherente y abre paso a una y mil maniobras empiristas.
Por un lado, se plantea que “El problema de
los revolucionarios es que la clase obrera dirija la lucha antiimperialista” lo
cual es correcto en la medida que tiene que ser caudillo nacional pero es
unilateral porque se plantea en oposición a que la clase obrera rivalice con el
nacionalismo en el marco de un frente único para disputarle las masas obreras y
campesinas. A su vez, tiene una inconsistencia fundamental que es que la “lucha
anti-imperialista” no es accesoria a la “lucha anti-capitalista” sino que hace
a la caracterización programática y científica de cuál es el carácter
presupuesto de la revolución que se propone. Si el problema fuese “dirigir la
lucha anti-imperialista”, entonces la táctica del reagrupamiento
anti-capitalista se revela como una política sectaria y auto-marginal que
boicotea la lucha por la revolución permanente.
Por otro, se
quiere traficar el FUA por “la unidad de acción anti-imperialista”, o sea, la
vieja tergiversación morenista de que “en las calles hicimos un frente único
con las juventudes del gobierno contra el golpe en Paraguay” sería igual a un Frente Único Anti-imperialista.
Por el contrario, como el propio Altamira señala en la charla, "las acciones puntuales nunca llevaron a
ninguna unidad siempre fueron un campo de maniobras para robarse
militantes" y, por el contrario, la táctica del FUA no se trata de simular
anti-imperialismo para ganar un par de militantes nacionalistas sino de
impugnar o superar los límites del nacionalismo burgués en su propio terreno
para separar a las masas de la burguesía nativa. Como se ve, para ser tal una
táctica tiene que abrir paso a la estrategia.
QUE LA CRCI SE PRONUNCIE EN DEFENSA DEL FRENTE
ÚNICO ANTI-IMPERIALISTA CONTRA EL REVISIONISMO MORENISTA
La táctica del Frente Único Anti-imperialista está inscripta en el
programa del Partido Obrero desde el número 3-4 de Política Obrera en 1964 y
forma parte de una delimitación principista al interior de las corrientes
trotskistas a escala mundial. De hecho, en su discurso de cierre del XXI
Congreso, Altamira planteó: “Una de las luchas más complejas que tiene un
partido socialista como el nuestro, es contra la tentativas dirigistas de los
partidos nacionalistas burgueses. Ahora creo que el Partido Obrero va a
publicar un libro muy importante, que va a reproducir los programas obreros
desde el Manifiesto de 1848 hasta las tesis de la Cuarta Internacional de 2004,
pasando por la fundación del Partido Bolchevique, el texto de fundación de la
socialdemocracia alemana, el texto de fundación del partido de Rosa Luxemburgo, las tesis
bolivianas de Pulacayo de 1946, las tesis de la COB de 1970 que inspiraron la
Asamblea Popular.”
Como se ve, reivindicar como propio ese arsenal teórico y programático
es absolutamente incompatible con renegar del FUA en nombre del “Frente Único
Revolucionario” propio del revisionismo morenista. Con este artículo, no
pretendemos que Altamira cambie de opinión porque esto que nosotros señalamos
nos lo enseño él mismo y sabe mejor que nosotros de lo que estamos hablando. Si
esperamos, tal vez, un poco de honestidad intelectual y un sinceramiento
programático que permite clarificar la estrategia al interior de la izquierda.
Si el Frente Único Anti-imperialista y la Revolución Permanente ya no son ni la
táctica ni la estrategia porque estaríamos ante un país capitalista pleno que
debe avanzar en una revolución socialista pura, haría bien Altamira en decirlo
de una buena vez. Después de todo, de algún lugar salieron Sartelli y los
muchachos de RyR.
RECUADRO: PONGÁMONOS DE ACUERDO: ¿HAY UN
ASCENSO O UN DESCENSO DE LA IZQUIERDA?
Como puede apreciarse, la inconsistencia no sólo hace a la discusión
teórica y programática sobre el FUA sino a la propia apreciación de la
coyuntura inmediata en Europa. Luego de escribir su libro “El ascenso de la
izquierda en el marco de la bancarrota capitalista”, ahora Altamira parece
descubrir que en realidad no era tan así. Exactamente como señalamos los
compañeros de la TPR con nuestra carta “La bancarrota de la izquierda
anti-capitalista en el marco del ascenso del frente popular”.
"Si se observa con cuidado, la bancarrota capitalista no ha
habilitado ‘un ascenso de la izquierda’, sino un ‘descenso’ de ella. Su lugar,
allí donde se manifiesta un viraje de las masas, ha sido ocupado por el ala del
reformismo que ha captado la desesperación popular y ha sabido darle una
expresión de conjunto, aunque de ningún modo estratégica. Es el caso de la
consigna ‘Gobierno de Izquierda’, en Grecia, o el llamado a disolver las Cortes
y la monarquía en España, y convocar a una asamblea constituyente. El
reformismo, por definición, no puede plantear una estrategia, se aferra a
conciliar las inconciliables contradicciones históricas. La estrategia reposa,
en la época actual, en el objetivo del cambio histórico, y consiste en
movilizar las fuerzas motrices de ese cambio histórico." (“Elecciones
2013, un asunto estratégico”, 1/11, Prensa Obrera N° 1246)
Queda planteado, por lo tanto, profundizar la lucha política para que la
CRCI se pronuncie en relación a la carta y nos reincorporemos como TPR para
poder dar la lucha en defensa de la CRCI contra su disolución detrás de Syriza
y el frente popular.
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