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martes, 8 de enero de 2013

"CHACO: LA POLICÍA EMPALADORA" - ARTÍCULO DE DIEGO ROJAS EN PLAZADEMAYO.COM

Chaco: la policía empaladora de Capitanich
08/01/2013 Por 

Denunció haber sido abusado con el palo de una escoba este fin de año en una comisaría. Otras denuncias. Las causas.

“¡Acá no existen los derechos humanos!”. Esas fueron las palabras que el oficial Abel Gómez dijo a Daniela Romero cuando reclamaba en la comisaría 4º de la ciudad de Resistencia por los golpes que había recibido su hermano. César Romero había sido detenido sin causa y a las patadas mientras estaba parado frente a la puerta del almacén de su cuadra en el barrio Cien Viviendas, perteneciente al plan Fonavi, donde vive. Su hermana Daniela terminó también detenida por insistir con sus reclamos. A César los policías torturaron al punto de introducirle el palo de una escoba en el ano. Los hermanos Romero tienen ambos causas penales abiertas por resistencia a la autoridad. Todo esto sucedió este fin de año en una comisaría del Chaco aunque la violencia y la falta de respeto a las leyes parecen ser una práctica común en la policía de la provincia dirigida por el kirchnerista Jorge Capitanich.

"Del patrullero bajaron dos policías, uno de ellos el oficial Gómez. Me preguntaron qué estaba haciendo, les dije que nada. Entonces me tomaron del brazo, lo torcieron y me metieron al auto”. Así relató César Romero al diario Norte el comienzo de la tremenda odisea que comenzó a vivir el último 30 de diciembre. Romero se disculpó con este medio por encontrarse agotado física y mentalmente luego de los exámenes médicos a los que se sometió para comprobar los vejámenes y la tortura ejercidos por la policía y remitió a estas declaraciones. “A mí ni bien me avisaron fui hasta la comisaría para preguntar por mi hermano, por qué se lo habían llevado –cuenta a plazademayo.com Daniela Romero, militante del Movimiento 20 de Diciembre–. Allí me dijeron que estaba muy borracho y con estupefacientes, entonces les pedí que lo lleváramos al hospital para desintoxicarlo, pero se negaron. ‘Va a tener que esperar a que lo liberen’, me dijeron. ‘Pero tiene derecho a ser visto por los médicos’, les dije, pero uno me interrumpió: ‘Acá no corre eso de los derechos’”. Daniela estaba preocupada porque su hermano había tenido antecedentes de consumo de drogas y temía alguna consecuencia médica, e insistió con llevarlo al hospital. La hermana del detenido señala que entonces fue Gómez, a quien los Romero conocen por ser vecino de su barrio, quien respondió: “No voy a hacer nada, los drogadictos tienen que morir porque son todos una lacra”.
Según su relato, Daniela exigió que le tomen declaración para dejar constancia de su pedido de llevar al hospital a su hermano, a lo que los policías accedieron. Dada la contigüidad de las celdas, César escuchó su voz y le gritó: “Daniela, sacame de acá, me golpearon, ayudame”.
–Entonces empecé a preguntar qué le habían hecho, les empecé a gritar que lo quería ver, que me dejaran verlo –relata Daniela–. Un policía me dijo: ‘Mandate a mudar porque te voy a meter presa a vos también’. ‘Pero no pueden actuar así, tienen que respetar los derechos humanos’, les dije. ‘¡Acá no existen los derechos humanos!’, me contestó a los gritos Gómez. Entonces yo seguí gritándoles y ahí me patearon en los tobillos, me pegaron una piña en el ojo y me arrastraron por la cocina de la comisaría. Me sacaron al patio y ahí me sentaron en una silla y me esposaron. ‘Mirá lo que le voy a hacer a tu hermano’, dijo un policía. Entonces entraron a la celda y escuché cómo le pegaban y sus gritos”.
Daniela pudo salir de la comisaría a las cuatro de la mañana. Sus manos se habían hinchado por las esposas, le pidió a un policía que se las quitara y accedió. Cuando nadie la veía pudo sacar un celular que tenía en un bolsillo y llamó a una abogada que tenía en su agenda debido a su militancia política y social. “Cuando me vio sin esposas, Gómez gritó: ‘¿Quién le sacó las esposas a la mujer esta?’. Me las pusieron de vuelta, pero antes Gómez me fajó otra vez”. La abogada acudió a la comisaría y logró que liberen de Daniela Romero. Era la madrugada del 31 de diciembre. Pero adentro de la comisaría no había terminado la cuestión.
Este es el relato que hizo César para el diario Norte: “No recuerdo qué hora era, pero seguramente era de madrugada. Entraron en la celda cinco policías, que me tomaron de los pelos y me arrastraron por el piso hasta la cocina. Ahí me sacaron la ropa y me dieron vuelta los brazos para esposarme. Me dejaron boca abajo en el piso. Un policía me pisó la cabeza para que no pudiera mirarlos. Se reían. Agarraron un lampazo y le sacaron el palo. Yo forcejeaba e intentaba darme vuelta y otro agente me pegó con la culata de la escopeta”. Entonces le introdujeron el palo de madera.
“Acá se vienen repitiendo una serie de hechos en el proceder de la policía que incluyen golpes y torturas –señala el abogado Marcelino Leiva, que representa a los hermanos Romero–. Es un comportamiento que se repite frente a cualquier detención, incluso por causas meramente contravencionales”. Sobre el caso de los hermanos, el abogado afirma: “Este es un caso aberrante. A los dos los han denunciado por ‘resistencia a la autoridad’. Ese es un eufemismo que usan siempre para ocultar sus golpes y sus torturas y que parezcan como respuestas frente a desequilibrios de los presos. Es un método recurrente por parte de la policía. En este caso las cosas no quedan en el silencio porque la chica es una militante, conoce sus derechos y está dispuesta a defenderlos, al igual que los de su hermano. Cuando me enteré de la detención me hice presente en la comisaría y exigí que se llevara al detenido a prestar testimonio en la fiscalía. Eso hicieron. El muchacho declaró, negando los cargos de resistencia a la autoridad. Cuando la secretaria del fiscal le preguntó si quería agregar algo más, se quebró. Comenzó a llorar y en ese momento manifestó esos hechos aberrantes. Yo quedé consternado ante la brutalidad a la que había sido sometido: había sido abusado con un palo de escoba. El fiscal quedó pasmado. Todo esto está en el expediente”.
“Esta vez se chocaron con militantes. No midieron la respuesta porque están habituados a este tipo de accionar –explica José Porreti, dirigente del Movimiento 20 de Diciembre–. En el barrio de la comisaría Cuarta hay mucha juventud sin trabajo, sin estudios y los policías de esta seccional son particularmente brutales con los pibes. Todo esto se da en el marco de una división interna de la policía en dos grandes bandas en una pelea por el control del trafico de cocaína. Es una pelea por el control y la distribución: cada vez hay más cocinas de cocaína en Resistencia y en toda la provincia. Una de las facciones responde directamente a Juan Manuel Pedrini, el ministro de Gobierno, y Capitanich, y la otra responde al viejo gobierno radical. Esta interna atraviesa la vida política y delictiva de la policía chaqueña y en su escalada también aumenta la brutalidad policial con cualquier detenido”.
Plazademayo.com pudo hablar con la responsable de la comisaría Cuarta de Resistencia, la comisario Vargas.
–Ha habido una denuncia sobre un hecho muy preocupante. César Romero denuncia que golpeado y abusado con un palo de escoba en esa comisaría.
–Todo está en una etapa de prueba, en manos de la fiscalía y estamos esperando los informes médicos. Nuestro informe policial dice que no presenta lesiones. Es muy poco la información que podemos dar porque el único que tiene acceso a ella es el fiscal.
–¿Son habituales este tipo de denuncias de violencia policial?
–No, no. Es la primera vez que nos pasa.
–Entonces la violencia policial no es habitual en su comisaría.
–Acá no. Acá no.
El abogado Leiva contesta a plazademayo.com:
–¿Son habituales este tipo de situaciones o el caso de los Romero es una excepcionalidad?
–Hace dos años en Fontana, una ciudad de elevadísima población aborigen, ocurrió otro caso similar que será juzgado este año. Empalaron a un aborigen con una itaka y le desgarraron el ano. Ninguno de los policías fue exonerado, simplemente los trasladan. Serán juzgados por el delito de vejaciones cuando corresponde que se los juzgue por tortura. Hace unas semanas en Campo Largo, un pueblo del interior núcleo sojero de la provincia, había una fiesta de recepción de unos chicos secundarios. Detuvieron a uno. Cuando el padre fue a preguntar, detuvieron y le pegaron al padre. El hermano del hombre es un referente de los derechos humanos en ese pueblo. Fue a preguntar por su hermano y su sobrino y también le dieron paliza, sin asco. “A la ley la ponemos nosotros”, le decían mientras lo golpeaban. Hay muchísimas denuncias sobre este asunto, se está manifestando una matriz. Me preocupa que sea una matriz similar a la de los setenta. En esa época la patota que luego actuó en la dictadura era un grupo de policías pertenecientes a la brigada de investigaciones que se dedicaba a pegar a ladrones de bicicletas, de gallinas y quinieleros. Luego llegaron a jefes de la represión. Se entrenaron de esa manera en la policía brava de esos años. Hoy en el Chaco las diferencias socio-económicas se agrandan cada vez más. Las empresas se llevan todos los beneficios y saquean la provincia mediante la concentración del capital, de la tierra y las ganancias. Expulsan de las tierras a sus pobladores y los llevan al empobrecimiento. En Castelli, en el norte, directamente los pobladores protestan porque no hay agua. En la provincia la tasa de pobreza es del 40% y la de indigencia llega al 20%. Se produce riqueza para Eurnekian, para Bunge, para Cargill, para Monsanto y para los empresarios amigos del poder. Mientras tanto, el resto de la población aumenta las cifras de la miseria.
“Queremos saber quién estaba en la comisaría esa nocha, que se abra el libro de actas para saber quiénes estaban de guardia –dice Daniela Romero–. Normalmente nadie se anima a denunciar, ves a los pibes salir de la comisaría todos morados, golpeados, pero no se animan a denunciar. Hoy nos tocó a nosotros pero salimos a denunciar para que no pase otra vez”.
El Chaco de Capitanich es otro de los productos discursivos kirchneristas que gustan usar las palabras: “crecimiento”, “avance”, “para todos”. Sin embargo, los índices de pobreza, la violencia institucional (y la generada por el estado de las cosas), los beneficios para unos pocos lo desmienten. Por el contrario, la coyuntura chaqueña propicia que sectores de la policía hagan uso del poder que les da el Estado para aterrorizar. O permite que se asesine a un niño qom con total impunidad. Así comienza el año en la provincia del noreste. Los casos deben ser investigados.

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