Entramos a la cuarta etapa de la bancarrota: se terminaron los Quantitative Easing. El fracaso de la “salida monetaria” derrumba el precio de los commoditties y pone en jaque a los “emergentes”
Se pinchó la burbuja: el mito de los BRICS no va más
2010-2013: tres años de permanente emisión de dólares terminan en los levantamientos populares de Brasil y Turquía, el golpe militar en Egipto y la invasión imperialista a Siria
Christian Armenteros, Lionel Zivals y Sebastián Laguja
El dato central sobre el final del 6to año de la bancarrota mundial es que se abre un cambio de etapa. Partiendo desde aquel martes negro de junio de 2007, la crisis ya pasó por tres grandes fases y en septiembre de 2013 estamos viviendo el ingreso a una cuarta etapa cuyas características definitivas todavía están por verse. El rasgo distintivo de esta etapa es el fin de la emisión monetaria permanente y, como contrapartida, la inminente invasión imperialista a Siria.
Las primeras manifestaciones de la presente crisis se dieron en el período 2007-2008 con la bancarrota del capital privado. El primer síntoma fue la quiebra de las hipotecas sub-prime que terminó con miles de familias desalojadas y golpeó a grandes como “Freddie Mac” y “Fannie Mae” (respaldaban a 2 de cada 3 hipotecas). Luego, en septiembre de 2008 quebraron las aseguradoras de hipotecas como AIG y, finalmente, la bancarrota se llevó puesto a los 4 bancos de inversión más grandes del mundo (bancos cuyo objetivo era invertir en Wall Street y el mercado financiero global): Lehman Brothers, Merrill Lynch, Morgan Stanley y Goldman Sachs a partir de Octubre de 2008.
Esto abrió paso a que en el verano de 2009 se produzca el pasaje a la segunda etapa: la absorción de la bancarrota del capital privado por parte de los estados. La operación de rescate capitalista estuvo marcada por la nacionalización de ciertos bancos, la absorción de bancos más pequeños o en crisis por otros más grandes, la modificación del target (objetivo) de los bancos (de bancos de inversión a bancos comerciales, por ejemplo) y, fundamentalmente, la creación de “bancos tóxicos” donde, en pocas palabras, el saneamiento de los bancos se basaba en que el Estado respaldó la creación de bancos nuevos que concentren todos los activos tóxicos (incobrables) para tratar de contener la situación, mientras los activos rentables se los quedaban los privados. Fue el momento de las ‘pruebas de stress’ y la aparición de los ‘bancos zombies’ que se mantenían en pie solamente por la inyección permanente de plata del Estado. Este renovado impulso “estatista” o “intervencionista” no sólo mostró hasta qué punto el capital sigue operando sobre líneas nacionales sino la dependencia íntima del capitalismo senil de la propia intervención estatal en su época de decadencia imperialista. Sin el saqueo impune de las arcas estatales, los principales bancos del mundo ya no podrían existir. Naturalmente, esto no podía terminar de otra forma que con la propia bancarrota de los Estados. Sin que ningún gobierno pudiese evitarlo, pasamos de la bancarrota del capital privado a la bancarrota de los Estados y de países enteros. Se trata de gobiernos que prefieren hundir en la miseria y la desocupación a sus trabajadores antes que cuestionar los designios de la Troika. Nos referimos a la debacle de los denominados PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) y la aplicación obligatoria de los infames memorándums a cambio de planes de reestructuración y refinanciamiento de la deuda pública.
La tercera etapa de la bancarrota, por último, arrancó en 2010 y se basó en que la burguesía estadounidense, seguida por la europea y la japonesa, impulsó una espectacular e inédita impresión monetaria, que permitió financiar a la banca con recursos públicos. Esto fue conocido como QE (Quantitative Easing, “relajamiento cuantitativo” textual, que significa generar una expansión exponencial de la cantidad de dinero circulante). El proceso era el siguiente: la FED (Reserva Federal, Banco Central de EEUU) imprimía dólares, que el Tesoro obtenía a cambio de Bonos del Tesoro. Luego, este último financiaba a tasas cuasi-cero a los grandes bancos (no sólo estadounidenses) y empresas (caso General Motors). También la FED compraba directamente activos tóxicos de bancos e instituciones financieras (por ejemplo hipotecas). De conjunto, la FED emitió más de 2.6 billones de dólares (millones de millones), más que triplicando la base monetaria original de EEUU antes de la crisis del 2007-2008 (unos 800 mil millones). A esto hay que sumarle la expansión monetaria japonesa y la europea hecha sobre la base de la compra de bonos de Grecia, Islandia, Portugal, España, Italia y las ultra bajas tasas de interés.
Este dinero se dirigió fundamentalmente a la especulación con las materias primas y alimentos (según The Economist del 15/07, desde 2009 se volcaron 4 billones a los “mercados emergentes” , es decir, países oprimidos y atrasados que son terreno fértil para la especulación financiera), dado que la sobreproducción mundial no permite inversiones productivas. Esta afirmación (predominio del capital especulativo sobre el productivo) es fundamental para comprender que nos encontramos ante una bancarrota sistémica: no se trata de una “crisis de los bancos” sino que la crisis explota en el sistema financiera por la propia incapacidad del capital para ampliar su capacidad de reproducción en la producción. Se trata, por lo tanto, del colapso del capitalismo como sistema de organización social ante la inviabilidad de superar sus propios límites históricos. Esto desató dos fenómenos importantísimos: el espiral de endeudamiento en los países imperialistas; y la inflación en los alimentos que hizo estallar la Revolución Árabe (y varias rebeliones en otras partes del mundo, por ejemplo en América Latina con el "gasolinazo" de Evo Morales). Por eso el Wall Street Journal en Febrero de 2011 tituló "Bernanke tiene sangre en sus manos" [Bernanke, jefe de la Reserva Federal de EEUU, cerebro y realizador de la expansión monetaria - NdR] haciendo referencia a que había sido el causante del levantamiento popular en Egipto.
En Junio, la Reserva Federal estadounidense anunció un cambio de política. El anuncio de que en el próximo periodo va a disminuir la compra de bonos del Tesoro, aunque todavía no se concretó, muestra que se está por desatar la tormenta: “Algunos inversores están preocupados de que las recientes turbulencias sean el preanuncio de una intranquilidad mayor cuando el QE termine. ‘Los mercados temblarán’ dice David Jacob, vice jefe de Henderson Global Investors. ‘Nos volvimos adictos al dinero fácil’” (Financial Times, 23/06).
En el ínterin, este proceso ha dejado a Estados Unidos con el mayor nivel de endeudamiento de la historia. Esta deuda ha desatado una crisis política entre Republicanos y Demócratas que los hizo pasar el último año nuevo en el Congreso negociando un ajuste que finalmente sólo pudieron acordar de forma precaria, lo cual preanuncia un nuevo estallido. Ese fue, justamente, el debate ante el “fiscal cliff” (“abismo fiscal”, textual). Pero la deuda yanqui, no sólo es espectacular por sus números sino también por su profundidad. Los estados de EEUU se encuentran ultra endeudados, lo cual preanuncia mini-defaults (como sucedió en Detroit, antaño principal ciudad industrial de EEUU y del mundo) que inevitablemente profundizarán la crisis política. Detroit es la ciudad más grande en entrar en bancarrota en la historia de EEUU. Pero el problema no se termina en Detroit. Muchísimos estados están no sólo endeudadísimos sino que lo que deben en pensiones es hasta 241% el PBI, como el caso de Illinois.
Frente a esto, un sector del imperialismo exige un ajuste más duro incluso en los EEUU. La bancarrota capitalista mundial tiene su centro en el imperialismo yanqui ya que, más allá de las excepcionales medidas que tomó para exportar la crisis, no ha logrado solucionarla. Esto demuestra que la bancarrota capitalista mundial, lejos de haber finalizado, está preparando tumbos mayores, y que los capitalistas reclaman una profundización de los ataques a las masas e intentan imponerse pérdidas mutuamente, lo cual desatará nuevas y más profundas crisis políticas, que en última instancia se expresarán en choques políticos, comerciales y militares entre los estados. La imposición de una parte de las pérdidas sobre los capitales rusos en el caso de Chipre, la invasión a Mali, la tensión militar entre Corea del Norte y Corea del Sur o entre India y China y esta última con Japón y la inminente invasión a Siria son síntomas evidentes de esta voluntad belicista.
Esta perspectiva es compartida por los principales voceros del imperialismo que comparan el período futuro con el que llevó a la 1era Guerra Mundial, como plantea The Economist: "Hace un siglo, la era mundial más larga de integración comercial terminó con una guerra y engendró una generación de nacionalismo económico y conflicto internacional. La reciente proliferación de acuerdos económicos regionales puede estar señalando un giro hacia el fraccionamiento de la economía mundial. Y un crecimiento lento en los ahora grandes BRICs podría llevar a ciertas tensiones internas que los países quieran evacuar con conflictos exteriores". La bancarrota capitalista mundial en 2007, ratificó de manera incuestionable que nos encontramos en un período de guerras, revoluciones y contrarrevoluciones. Es decir, se ponen sobre la mesa grandes desplazamientos de masas y choques entre las clases, los partidos y los estados que no tienen solución en los marcos de la actual estructura jurídica, política y mundial a nivel internacional. De ahí el belicismo descarnado de las potencias imperialistas. La única forma de solucionar positivamente la alternativa "Socialismo o Barbarie" que se nos plantea con toda actualidad es a través de la lucha porque la crisis la paguen los capitalistas y porque gobiernen los trabajadores.
Los “BRICS”: devaluación, fuga de capitales y crisis económica
La emisión monetaria de 2009-2012 y la subsecuente inflación de activos en los países que fueron el terreno para la especulación sobre la base de este dinero, generó la ilusión pro-imperialista y democratizante de que tenemos dos bloques “imperialistas” en la economía mundial: el neoliberalismo imperialistas en crisis (EEUU, Europa, Japón) y los "países emergentes" como una nueva potencia mundial. Esta caracterización, desconoce deliberadamente la opresión semi-colonial entre los emergentes y las metrópolis imperialistas, fue impulsada conjuntamente tanto por los bancos canalizadores de esa especulación como por los gobiernos nacionalistas, frentepopulistas o bonapartistas de estos países. La realidad ha demostrado concluyentemente que los "BRICS" (como el banco Goldman Sachs nombró al conjunto Brasil, Rusia, India y China - luego se sumó Sudáfrica) eran en verdad, "another brick on the wall" street. Se trata de la superexplotación de la fuerza de trabajo barata, la expoliación de las materias primas y la artificial realización del beneficio capitalista a través del crédito hipotecario y al consumo. Se trata de una disputa estratégica de recolonización por parte del imperialismo de la zona geográfica y política de los ex estados obreros.
Su objetivo fue posponer el estallido de la crisis de la sobreproducción capitalista por medio de la incorporación masiva de plusvalía absoluta extraída de las condiciones más brutales de explotación. Aquí se puede ver, una vez más, el rol contrarrevolucionario del stalinismo y la burocracia restauracionista del PC Chino en la desarticulación y disolución de la organización de la clase obrera, para instaurar el pleno dominio del capital internacional. No se puede entender la crisis del sub-prime sin dimensionar la restauración capitalista en China y sus efectos en generar condiciones de super-explotación que contribuyeron a dislocar el aparato productivo a escala internacional. Las condiciones de explotación del proletariado chino son la condición y el complemento de la década neoliberal en los '90 y el motor del ciclo 2002-2007. Ahora estamos asistiendo a la explosión del famoso “acople chino-norteamericano”.
Lejos de ser "emergentes", "independientes" o "alternativos" a la bancarrota capitalista mundial, son parte integrante de esta
El cambio de política monetaria de los EEUU demuestra que los intentos de la burguesía yanqui de hacer pagar a otros capitales el costo de la crisis termina detonando la crisis económica en estos países, y por lo tanto, encienden la crisis política, como lo mostraron los recientes levantamientos populares en Brasil y Turquía.
La sola mención de Bernanke de que la liquidez podía terminarse rápidamente desató una corrida contra las monedas de países como Turquía, Sudáfrica, Brasil, India. “Este año 14 mil millones de dólares se fueron de fondos invertidos en los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), el 27% de lo recibido en inversiones desde 2005” (Bloomberg). Valga como un símbolo de época la imagen de la reciente renuncia del jefe de Goldman Sachs que creó el acrónimo “BRIC”.
Esto se combina con una desaceleración económica en estos países, producto de que dependen del ingreso de capitales para sostener una balanza comercial desfavorable ya que sus economías son fundamentalmente proveedoras de materias primas. "Las preocupaciones sobre algunos países son ya evidentes. India, Turquía, Sudáfrica y Brasil tienen grandes déficits de cuenta corriente, y sus monedas y mercados han sido de los de peor desempeño este año" (Financial Times, 23/06). “El fondo cotizado iShares MSCI BRIC ETF (BKF), que incluye a las principales empresas en estos cuatro mercados, ha caído 14% este año” (CNNExpansión, 05/08)
Devaluación Mayo-Julio contra el dólar. Fuente: The Economist. LB PODES CAMBIAR LAS PALABRAS A ESPAÑOL? LOS DE AZUL OSCURO SE PUEDEN BORRAR
El banco de los BRICS: otro cuento chino
En este marco, el reciente anuncio de la formación del banco de los BRICS no es más que un fachada. Con un capital de 50.000 millones de dólares (es decir el 0,3% del PBI de China, India, Rusia y Brasil) contrasta ostensiblemente con los 23 billones de dólares en activos de los bancos, solamente en China. El hecho de que ya hayan dicho que quieren destinar entre 40% y 45% a otros países que no sean del BRICS muestra que gran parte irá a financiar ensayos de penetrar en economías aún más atrasadas y oprimidas que los BRICS (como hace China en África y América Latina o el propio Brasil en Bolivia, Paraguay y Argentina). El reciente anuncio de la construcción un canal interoceánico en Nicaragua por parte de China con 40 billones de dólares es la muestra más elocuente de esto. Por eso la decisión de centrarse en “carreteras, modernización de instalaciones portuarias y servicios ferroviarios y de energía confiables” (CNNExpansión, 29/08) muestra que, en pocas palabras, el objetivo del banco será reforzar el carácter primarizado de estos países en vez de desarrollar un proceso de industrialización para el mercado interno.
De hecho, los chinos plantean sistemáticamente mejorar el sistema de transporte en América Latina para permitir un saqueo más eficiente y barato de nuestras materias primas. A nadie se le escapa que el corredor transoceánico que busca unir la costa atlántica de Brasil con la costa del pacífico de Chile por medio de Bolivia (proyecto que desató la lucha del TIPNIS) lo que tiene por detrás es la salida al mar para un mejorar el vínculo comercial con China vía Chile.
El canal de Nicaragua: un pacto del sandinismo para reforzar la dependencia con China
Lo mismo resolvieron los chinos con Nicaragua hace pocos días en detrimento de sus ex-socios de Colombia. Según informa The Guardian del pasado 6 de junio en el artículo intitulado ‘Nicaragua le da a China un contrato firma para construir una alternativa al canal de Panamá’ “El proyecto va a permitir un aumento del comercio mundial de China y debilitará el dominio de Estados Unidos sobre un ruta marítima clave. El nuevo canal de Nicaragua tendrá una mayor capacidad alternativa que el centenario canal de Panamá. Nicaragua ha premiado a una compañía china con una concesión de 100 años para construir un canal alternativo de 40 billones de dólares.” Se trata, por lo tanto, de una metáfora contundente de cómo está cambiando la geopolítica de nuestro continente bajo el impacto de las inversiones chinas. El canal de Panamá siempre fue un enclave estratégico del imperialismo yanki. De igual manera, ahora pretende serlo el canal de Nicaragua bajo control de los chinos. Los dos canales son un metáfora que retratan la disputa existente entre China y EEUU por América Latina.
China: el talón de Aquiles del capitalismo a nivel mundial
Son estas inversiones las que fundamentan la aberración de presentar a China como una “nueva potencia imperialista mundial”. Sin embargo, contra todas las teorías de que "salvaría" a la economía capitalista de su crisis, lo que se ha puesto de manifiesto en el último período es la crisis del proceso de restauración capitalista en los ex-estados obreros. No basta mirar la entrada y salida de flujos de capital para decir que China es imperialista. China durante todo este período recibió muchas más inversiones extranjeras que las que realizó en el exterior, mostrando que es una plataforma para la valorización del capital. Sin embargo el Banco Central Chino se ha dedicado a comprar bonos del tesoro yanqui, financiando el endeudamiento de la burguesía yanqui. ¿Que es es sino una declaración del carácter subordinado de la economía china?
Al mismo tiempo, China está dejando de ser el proveedor de mano de obra barata en el acople Chino-Norteamericano: “Un nuevo estudio de la consultora AlixPartners estima que para 2015 el costo de tercerizar la producción en China será igual al de producir en EEUU”; “(...) los costos salariales en aumento, la revaluación de la moneda y el costo del transporte de bienes alrededor del mundo hizo a las manufacturas chinas más caras” (CNBC, 15/4). Las luchas obreras y la competencia capitalista han aumentado el costo laboral en China. Por su parte, la revaluación de la moneda es parte de la presión del capital financiero internacional. China está, bajo la presión directa del imperialismo, acelerando un proceso de reformas para liberalizar aún más su mercado (el ingreso de dólares hace subir al yuan): "El mes pasado, Li Keqiang, primer ministro chino, dijo que un plan de operaciones para relajar los controles de capitales será aplicado este año" (The Economist, Junio). Este giro, que fue reforzado tras la derrota de Bo Xilai en el último congreso del PC Chino, a manos de Xi Jinping, el candidato preferido del imperialismo, va a golpear duramente a la economía china. Esta última está repleta de créditos "ocultos" a la regulación que son fundamentales para la supervivencia de numerosas pequeñas empresas que son parte de la cadena de las grandes exportadoras. Como explica The Economist el 06/07, el endurecimiento de las condiciones de crédito y las regulaciones que acompañan la mayor apertura al mercado de capitales, puede llegar a liquidar varias de estas empresas, impulsando nuevos levantamientos populares en uno de los países con más obreros del mundo. Por último, el aumento del costo del transporte (asociado al petróleo) es algo crucial. China tiene intereses petroleros en Siria, de donde se desprende su posición contra la invasión: en la página de la Corporación Nacional Petrolera China (CNPC) podemos leer: “en 2010, concluimos un acuerdo con Shell para adquirir acciones en la Compañia de Petróleo Al Furat. Bajo el acuerdo, adquirimos el 35% de la compañía Shell Petroleum Siria de Desarrollo, que era un 100% propiedad de Shell”. En los últimos meses, las compañías chinas abandonaron Siria por la probabilidad de una guerra, según dijo la cadena oficial Xinhua el 29/08. La presión de la crisis sobre una semi-colonia del porte de China amenaza con ser la chispa de una tercera guerra mundial.
Esto se combina con la imposibilidad de transformar en un mercado consumidor de gran escala, como proyectan varios voceros del imperialismo. Un informe del FMI de marzo de este año concluye que “en estas regiones (el interior), el consumo privado es, en promedio más dependiente de la inversión (y no al contrario) y el impacto es de corta duración, necesitando cada vez niveles más altos de inversión para mantener la actividad económica”. La crisis mundial pone de manifiesto el carácter atrasado del capitalismo chino. El agro chino se encuentra aún en un mísero atraso (nunca se desarrolló una reforma agraria que logre industrializar el agro) y no hay bases para que el mercado interno chino absorba la sobreproducción mundial. Es decir, que el impacto combinado de la lucha obrera, los límites de la restauración capitalista, la crisis de sobreproducción mundial y los intentos de la burguesía yanqui de descargar la crisis sobre otros países está llevando al agotamiento de China como plataforma de exportaciones y a al choque con Estados Unidos por Siria. La salida frente a la bancarrota de los BRICS pasa por organizar la resistencia obrera y popular contra los despidos, suspensiones y ajuste en el marco de una lucha anti-imperialista de largo alcance. Como ya dijera Marx en 1852, hoy el proletariado del BRICS se levantará con un solo grito de guerra: ¡Revolución Permanente!
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