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miércoles, 16 de marzo de 2016

25 Extractos del ¿Qué Hacer? de Lenin (1902)

25 Extractos del ¿Qué Hacer? de Lenin (1902)

1- "Una preparación sistemática y metódica", según Lenin en ¿Por dónde empezar?

Para terminar, quiero decir unas palabras con el fin de evitar posibles confusiones. Hemos hablado, durante todo el tiempo, sólo de preparación sistemática, metódica, pero con esto no hemos querido decir en modo alguno que la autocracia puede caer exclusivamente por un asedio acertado o por un asalto organizado. Semejante punto de vista sería de un doctrinario insensato. Al contrario, es plenamente posible, e históricamente mucho más probable, que la autocracia caiga bajo la presión de una de esas explosiones espontáneas o complicaciones políticas imprevistas, que siempre se ciernen por todas partes. Pero ningún partido político puede, sin caer en el aventurerismo, basar su actividad en semejantes explosiones y complicaciones. Nosotros tenemos que marchar por nuestro camino, llevar a cabo sin desfallecimientos nuestro trabajo sistemático, y cuanto menos contemos con lo inesperado, tanto más probable será que no nos coja desprevenidos ningún "viraje histórico".

LENIN

FUENTE: http://www.centromarx.org/index.php/documentos/politica/construccion-partido/112-ipor-donde-empezar-

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2- "crear una red de agentes locales del partido único con disposición combativa y una actividad constante" según Lenin

"La sola tarea técnica de asegurar un suministro normal de materiales al periódico y la normalidad de su difusión obliga ya a crear una red de agentes locales del partido único, de agentes que mantengan animadas relaciones entre sí, que conozcan el estado general de las cosas, que se acostumbren a cumplir sistemáticamente las funciones parciales de un trabajo realizado en toda Rusia y que prueben sus fuerzas en la organización de distintas acciones revolucionarias. Esta red de agentes1 servirá de armazón precisamente para la organización que necesitamos: lo suficientemente grande para abarcar todo el país; lo suficientemente vasta y variada para establecer una rigurosa y detallada división del trabajo; lo suficientemente firme para saber proseguir sin desmayo su labor en todas las circunstancias y en todos los "virajes" y situaciones inesperadas; lo suficientemente flexible para saber, de un lado, rehuir las batallas en campo abierto contra un enemigo que tiene superioridad aplastante de fuerzas, cuando éste concentrar toda su fuerza en un punto, pero sabiendo, de otro lado, aprovecharse de la torpeza de movimientos de este enemigo y lanzarse sobre él en el sitio y en el momento en que menos espere ser atacado.
Hoy se plantea ante nosotros la tarea relativamente fácil de apoyar a los estudiantes que se manifiestan en las calles de las grandes ciudades. Mañana se nos planteara, quizás, una tarea más difícil, por ejemplo, la de apoyar un movimiento de obreros parados en una región determinada. Pasado mañana tendremos que estar en nuestro puesto para tomar parte de un modo revolucionario en un alzamiento campesino. Hoy debemos aprovechar la agravación de la situación política, producida por el gobierno con su campaña contra los zemstvos. El día de mañana deberemos apoyar la indignación de la población contra el desenfreno de tal o cual bachibuzuk zarista y ayudar -por medio del boicot, de una campaña de excitación, de una manifestación, etc.- a darle una lección que le obligue a una franca retirada. Semejante grado de disposición combativa sólo puede formarse por una actividad constante, que constituya la ocupación del ejército regular. Y si unimos nuestras fuerzas para asegurar la publicación de un periódico común, ese trabajo preparará y destacará no sólo a los propagandistas más hábiles, sino a los organizadores más experimentados, a los dirigentes políticos del partido más capaces, que puedan, en el momento necesario, dar una consigna para el combate decisivo y dirigido."
LENIN, ¿Por dónde empezar?
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3- "La organización tiene que estar preparada, para desarrollar inmediatamente su actividad", según Lenin en ¿Por dónde empezar?

"Desde luego, Robócheie Dielo invoca en vano el nombre de Liebknecht. En 24 horas se puede modificar la táctica de agitación en algún problema especial, se puede modificar la táctica de realización de algún detalle de organización del partido, pero cambiar, no digamos en 24 horas, sino incluso en 24 meses, el punto de vista que se tenga sobre problema de si hace falta en general, siempre y absolutamente, la organización de combate y la agitación política entre las masas, es cosa que sólo pueden hacer personas sin principios. Es ridículo hablar de situación distinta, de una alternación de periodos: el trabajar para que se cree una organización de combate y se lleve a cabo una agitación política es obligatorio en cualesquiera circunstancias "grises y pacíficas", en cualquier período de "decaimiento del espíritu revolucionario". Y más aún: precisamente en tales circunstancias y en tales periodos es especialmente necesario el trabajo indicado, porque en los momentos de explosiones y estallidos es ya tarde para crear una organización; la organización tiene que estar preparada, para desarrollar inmediatamente su actividad. "¡Cambiar de táctica en 24 horas!". Más para cambiar de táctica hay que empezar por tener una táctica, y si no existe una organización fuerte, iniciada en la lucha política en cualquier circunstancia y cualquier período, no se puede ni hablar de un plan de actividad sistemática, basado en principios firmes y aplicado rigurosamente, único plan que merece el nombre de táctica".
V.I Lenin / ¿Por dónde empezar?
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4- Periódico nacional y organización militar de agentes ubicuos-omniscios, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

"Segundo, para escribir bien y de un modo interesante de verdad sobre asuntos locales, hay que conocerlos bien, y no sólo por los libros. Pero en toda Rusia apenas hay socialdemócratas que posean este conocimiento. Para escribir en un periódico (y no en folletos de divulgación) sobre asuntos locales y estatales hay que disponer de datos frescos, variados, recogidos y elaborados por una persona entendida. Y para recoger y elaborar tales datos no basta la "democracia primitiva" de un círculo primitivo, en el que todos hacen de todo y se divierten jugando al referéndum. Para eso hace falta una plana mayor de autores especializados, de corresponsales especializados, un ejército de reporteros socialdemócratas, que entablen relaciones en todas partes, que sepan penetrar en todos los "secretos de Estado" (con los que tanto presume y que con tanta facilidad revela el funcionario ruso) y meterse entre todos los "bastidores"; un ejército de hombres obligados "por su cargo" a ser ubicuos y omniscios. Y nosotros, partido de lucha contra toda opresión económica, política, social y nacional, podemos y debemos encontrar, reunir, formar, movilizar y poner en campaña un ejército así de hombres omnisapientes, ¡pero eso está todavía por hacer!"
NOTA: Recuerdo que un camarada me refirió un día que un inspector fabril, que había ayudado a la socialdemocracia y estaba dispuesto a seguir ayundándola, se quejaba amargamente, diciendo que no sabía si su "información" llegaba a un verdadero centro revolucionario, hasta qué punto era necesaria su ayuda ni hasta qué punto era posible utilizar sus pequeños y menudos servicios. Todo militante dedicado a la labor práctica podría citar, sin duda, más de un caso semejante, en que nuestros métodos primitivos de trabajo nos han privado de aliados. ¡Pero los empleados y los funcionarios podrían prestarnos y nos prestarían "pequeños" servicios, que en conjunto serían de un valor inapreciable, no sólo en las fábricas, sino en correos, en ferrocarriles, en aduanas, entre la nobleza, en la iglesia y en todos los demás sitios, incluso en la policía y hasta en la corte! Si tuviéramos ya un verdadero partido, una organización verdaderamente combativa de revolucionarios, no arriesgaríamos a todos esos "auxiliares", no nos apresuraríamos a introducirlos siempre y sin falta en el corazón mismo de las "actividades clandestinas"; al contrario, los cuidaríamos de un modo singular e incluso prepararíamos especialmente a personas para esas funciones, recordando que muchos estudiantes podrían sernos más útiles como funcionarios "auxiliares" que como revolucionarios "a breve plazo". Pero, vuelvo a repetirlo, sólo puede aplicar esta táctica una organización completamente firme ya que no tenga escasez de fuerzas activas.
NOTA2: ¡Ay! ¡Se me ha escapado una vez más la truculenta palabra "agentes" que tanto hiere el democrático oído de los Martínov! Me extraña que esta palabra no haya molestado a los corifeos de la década del 70 y, en cambio, moleste a los primitivos de la del 90. Me gusta esta palabra, porque indica de un modo claro y tajante la causa común a la que todos los agentes subordinan sus pensamientos y sus actos, y si hubiese que sustituir esta palabra por otra, yo sólo elegiría el término "colaborador", si éste no tuviese cierto deje de literaturismo y de vaguedad. Porque lo que necesitamos es una organización militar de agentes. A propósito sea dicho, los numerosos Martínov (sobre todo, en el extranjero), que gustan de "ascenderse recíprocamente a generales", podrían decir, en lugar de "agente en asuntos de pasaportes", "comandante en jefe de la unidad especial destinada a proveer de pasaportes a los revolucionarios", etc.
Glosario:
"un ejército de hombres obligados "por su cargo" a ser ubicuos y omniscios"
ubicuo, cua.
(Del lat. ubīque, en todas partes).
1. adj. Dicho principalmente de Dios: Que está presente a un mismo tiempo en todas partes.
2. adj. Dicho de una persona: Que todo lo quiere presenciar y vive en continuo movimiento.
omnisciencia.
(Del lat. omnis, todo, y scientĭa, ciencia).
1. f. Conocimiento de todas las cosas reales y posibles, atributo exclusivo de Dios.
2. f. Conocimiento de muchas ciencias o materias.
DATO: Lenin divide la estructura interna de la organización entre militantes "dedicados a la labor práctica" y una "plana mayor de autores especializados, de corresponsales especializados, un ejército de reporteros socialdemócratas". Lenin no aclara si los dos serían "militantes profesionales" pero, por otros pasajes del Qué Hacer, se deduce que si lo serían y habría una tercer categoría de militantes obreros socialdemócratas insertos en las fábricas distintos de los militantes profesionales.
DATO2: El "centro revolucionario" es definido como "un ejército de hombres obligados 'por su cargo' a ser ubicuos y omniscios". Esto no significa ningún tipo de sobreestimación de los mismos sino que establezcan sistemáticamente contacto con "personas entendidas" que puedan aportar "datos frescos". Con esta expresión no se refiere solamente a especialistas en todas las temáticas sino, fundamentalmente, a lo que podríamos denominar "informantes". Por eso la alusión al "dato fresco". Más adelante, Lenin plantea "que entablen relaciones en todas partes, que sepan penetrar en todos los "secretos de Estado" (con los que tanto presume y que con tanta facilidad revela el funcionario ruso) y meterse entre todos los "bastidores". Su objetivo sería que los "aliados/informantes" formen una suerte de estructura paralela al partido que le preste "'pequeños' servicios no sólo en las fábricas, sino en correos, en ferrocarriles, en aduanas, entre la nobleza, en la iglesia y en todos los demás sitios, incluso en la policía y hasta en la corte!"
DATO3: Lenin describe su propuesta de partido como una "organización militar de agentes" y, "si tuviese que elegir otro término", sería "colaborador". Es decir, un cuerpo de militantes subordinados a un centro común de lucha política contra toda forma de opresión. Aquí se ve claro cómo conceptualiza Lenin el régimen interno de partido. Por eso critica "la 'democracia primitiva' de un círculo primitivo, en el que todos hacen de todo y se divierten jugando al referéndum"
DATO4: Entre los militantes profesionales distingue que "muchos estudiantes podrían sernos más útiles como funcionarios 'auxiliares' (o, lo que sería lo mismo, aliados/informantes) que como revolucionarios 'a breve plazo'". Hace la salvedad, sin embargo, que "sólo puede aplicar esta táctica en una organización completamente firme ya que no tenga escasez de fuerzas activas." O sea que lo considera un desarrollo ulterior y complementario del partido obrero y no su núcleo fundamental y excluyente. Eso no significa que no sea necesaria construir "fuerzas pasivas" que funcionen como prolongación auxiliar de las "fuerzas activas". El centro siempre es la lucha de la clase obrera y el plan de lucha por el poder volcado en el periódico nacional.
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5- "Conciencia de clase y conciencia política revolucionaria", según Lenin en el ¿Qué Hacer?

"La conciencia de clase de los trabajadores no puede ser una genuina conciencia política salvo que los trabajadores esten entrenados para responder a todo los caso de tiranía, opresión, violencia y abuso, sin importar qué clase sea afectada - salvo que esten entrenados, incluso, para responder desde un punto de vista social-demócrata (marxista) y no desde otro"
Lenin, ¿Qué Hacer?
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6- El anti-capitalismo como ideología burguesa, según Lenin y Kautsky en el ¿Qué Hacer? (1902)

En segundo lugar, ya en la primera manifestación literaria del "economismo" podemos observar un fenómeno sumamente original, y peculiar en extremo, que permite comprender todas las discrepancias existentes entre los socialdemócratas y contemporáneos. El fenómeno consistente en que los partidarios del "movimiento puramente obrero", los admiradores del contacto más estrecho y más "orgánico" (expresión de Rab. Dielo) con la lucha proletaria, los adversarios de todos los intelectuales no obreros (aunque sean intelectuales socialistas) se ven obligados a recurrir, para defender su posición, a los argumentos de los "exclusivamente tradeunionistas" burgueses. Esto nos prueba que R. Mysl comenzó a llevar a la práctica desde su aparición –y sin darse cuenta de ello el programa del Credo. Esto prueba (cosa que R. Dielo en modo alguno puede comprender) que todo lo que sea rendir culto a la espontaneidad del movimiento obrero, todo lo que sea aminorar el papel del "elemento consciente", el papel de la socialdemocracia, significade manera independiente por completo de la voluntad de quien lo hace – acrecentar la influencia de la ideología burguesa entre los obreros.
Cuantos hablan de "sobrestimación de la ideología"+, de exageración del papel del elemento consciente++, etc., se imaginan que el movimiento puramente obrero puede elaborar por sí solo y elaborará una ideología independiente con tal de que los obreros "arranquen su destino de manos de los dirigentes". Pero eso es un craso error. Para completar lo que acabamos de exponer, añadiremos las siguientes palabras, profundamente justas e importantes, dichas por C. Kautsky con motivo del proyecto de nuevo programa del Partido Socialdemócrata Austríaco+++:
"Muchos de nuestros críticos revisionistas consideran que Marx ha afirmado que el desarrollo económico y la lucha de clases, además de crear las condiciones necesarias para la producción socialista, engendran directamente la conciencia (subrayado por C. K.) de su necesidad. Y esos críticos objetan que el país de mayor desarrollo capitalista, Inglaterra, es el que más lejos está de esa conciencia. A juzgar por el proyecto, podría creerse que esta sedicente concepción marxista ortodoxa, refutada de la manera indicada, es compartida por la comisión que redactó el programa austríaco. El proyecto dice: "Cuanto más crece el proletariado con el desarrollo capitalista, tanto más obligado se ve a emprender la lucha contra el capitalismo y tanto más capacitado está para emprenderla. El proletariado llega a adquirir conciencia" de que el socialismo es posible y necesario. En este orden de ideas, la conciencia socialista aparece como el resultado necesario e inmediato de la lucha de clase del proletariado. Eso es falso a todas luces. Por supuesto, el socialismo, como doctrina, tiene sus raíces en las relaciones económicas actuales, exactamente igual que la lucha de clase del proletariado; y lo mismo que esta última, dimana de la lucha contra la pobreza y la miseria de las masas, pobreza y miseria que el capitalismo engendra. Pero el socialismo y la lucha de clases surgen juntos, aunque de premisas diferentes; no se derivan el uno de la otra. La conciencia socialista moderna sólo puede surgir de profundos conocimientos científicos. En efecto, la ciencia económica contemporánea es premisa de la producción socialista en el mismo grado que, pongamos por caso, la técnica moderna; y el proletariado, por mucho que lo desee, no puede crear ni la una ni la otra; de la ciencia no es el proletariado, sino la intelectualidad burguesa (subrayado por C. K.): es del cerebro de algunos miembros de este sector de donde ha surgido el socialismo moderno, y han sido ellos quienes lo han transmitido a los proletarios destacados por su desarrollo intelectual, los cuales lo introducen luego en la lucha de clase del proletariado, allí donde las condiciones lo permiten. De modo que la conciencia socialista es algo introducido desde fuera (von auBen Hineingetragenes) en la lucha de clase del proletariado, y no algo que ha surgido espontáneamente (urwüchsig) dentro de ella. De acuerdo con esto, ya el viejo programa de Heinfeld decía, con toda razón, que es tarea de la socialdemocracia introducir en el proletariado la conciencia (literalmente: llenar al proletariado de ella) de su situación y de su misión. No habría necesidad de hacerlo si esta conciencia derivara automáticamente de la lucha de clases. El nuevo proyecto, en cambio, ha transcrito esta tesis del viejo programa y la ha prendido a la tesis arriba citada. Pero esto ha interrumpido por completo el curso del pensamiento…"
Puesto que ni hablar se puede de una ideología independiente, elaborada por las propias masas obreras en el curso mismo de su movimiento++++, el problema se plantea solamente así: ideología burguesa o ideología socialista. No hay término medio (pues la humanidad no ha elaborado ninguna "tercera" ideología, además, en general, en la sociedad desgarrada por las contradicciones de clase nunca puede existir una ideología al margen de las clases ni por encima de las clases). Por eso, todo lo que sea rebajar la ideología socialista, todo lo que sea separarse de ella significa fortalecer la ideología burguesa.
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7-La lucha contra el revisionismo en el SPD, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

(28) Lenin se refiere a la resolución Ataques a los puntos de vista fundamentales y a la táctica del partido, aprobada por el Congreso de Hannóver del Partido Socialdemócrata Alemán (9-14 de octubre de 1899). El informe oficial sobre esta cuestión fue presentado por A. Bebel. La aplastante mayoría del Congreso aprobó la moción de Bebel, que rechazaba los intentos de revisar las bases teóricas y tácticas de la socialdemocracia. Sin embargo, en ella no se criticaba duramente a los bernsteinianos, por lo que votaron a su favor Bernstein y sus partidarios. –16.
(29) Lenin alude a la resolución del Congreso de Lübeck del Partido Socialdemócrata Alemán (22-28 de septiembre de 1901) contra Bernstein, el cual, después del Congreso de Hannóver de 1899, lejos de cesar sus ataques al programa y la táctica de la socialdemocracia, los recrudeció e incluso los sacó fuera del partido. Durante los debates y en la resolución propuesta por Bebel (que el Congreso aprobó por aplastante mayoría) se hizo a Bernstein una advertencia expresa. El Congreso rechazó la contrarresolución del oportunista Heine, que reclamaba "libertad de crítica" y silenciaba el problema de Bernstein. Sin embargo, en el Congreso de Lübeck no se planteó como una cuestión de principio la incompatibilidad de la revisión del marxismo con la pertenencia al Partido Socialdemócrata. –16.
(30) El Congreso de Stuttgart del Partido Socialdemócrata Alemán, celebrado el 3 al 8 de octubre d e1898, discutió pro vez primera el problema del revisionismo en sus filas. En el Congreso se dio lectura a una declaración enviada especialmente por Bernstein, que se encontraba emigrado, en la que exponía y defendía sus concepciones oportunistas, manifestadas ya antes en la serie de artículos Problemas del socialismo, aparecida en la revista Die Neue Zeit ("Tiempos Nuevos"). Kautsky y Bebel hicieron en el Congreso una crítica de principio del bernsteinianismo. Rosa Luxemburgo mantuvo una posición más intransigente aún frente al revisionismo. El congreso no adoptó ningún acuerdo sobre esta cuestión, pero los debates mostraron que su mayoría permanecía fiel a las ideas del marxismo revolucionario. 17.
(44) Programa de Gotha: programa aprobado pro el Partido Socialista Obrero de Alemania en su Congreso de Gotha (1875), en el que se unificaron los dos partidos socialistas alemanes existentes hasta entonces: los eisenacheanos (dirigidos por A. Bebel y G. Liebknecht e influenciados ideológicamente por Marx y Engels) y los lassallenaos. El programa adolecía de eclecticismo y era oportunista, ya que los eisenacheanos hicieron concesiones a los lassalleanos en las cuestiones más importantes y aceptaron sus fórmulas. Marx y Engels sometieron el proyecto del Programa de Gotha a una crítica demoledora, viendo en él un considerable paso atrás en comparación con el programa de Eisenach, aprobado en 1869. (Véase C. Marx y F. Engels. Obras Escogidas en tres tomos, t. III, pág. 5-38, ed. en español, Moscú) –28.
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8-Jacobinos y girondinos, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

(19) Montaña y Gironda: denominación de dos grupos políticos de la burguesía durante la revolución burguesa francesa de fines del siglo XVIII. Se llamaba Montaña –jacobinos – a los representantes más decididos de la clase revolucionaria de aquellos tiempos (la burguesía), que defendía la necesidad de acabar con el absolutismo y el feudalismo. Los girondinos, a diferencia de los jacobinos, vacilaban entre la revolución y la contrarrevolución y seguían la senda de las componendas con la monarquía. Lenin llamó "Gironda socialista" a la corriente oportunista en la socialdemocracia, y "Montaña", jacobinos proletarios, a los socialdemócratas revolucionarios. Después de la escisión del POSDR en bolcheviques y mencheviques, Lenin destacó con frecuencia que los mencheviques representaban la corriente girondina en el movimiento obrero. –14.
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9- La historia del socialismo moderno, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

*A propósito. En la historia del socialismo moderno es quizá un hecho único, y extraordinariamente consolador en su género, que una disputa entre distintas tendencias en el seno del socialismo se haya convertido, por vez primera, de nacional e internacional. En otros tiempos, las discusiones entre lassalleanos y eisenacheanos (7), entre guesdistas y posibilistas (8), entre fabianos (9) y socialdemócratas, entre partidarios de Libertad del Pueblo (10) y socialdemócratas (11) eran discusiones puramente nacionales, reflejaban peculiaridades netamente nacionales, se desarrollaban, por decirlo así, en planos distintos. En la actualidad (ahora se ve esto bien claro), los fabianos ingleses, los ministerialistas franceses (12), los bernsteinianos (13) alemanes y los críticos rusos (14) son una sola familia; se elogian mutuamente, aprenden los unos de los otros y cierran filas contra el marxismo "dogmático". ¿Será en esta primera contienda, realmente internacional, con el oportunismo socialista donde la socialdemocracia revolucionaria internacional se fortalezca los suficiente para acabar con la reacción política que impera en Europa desde hace ya largo tiempo?
NOTAS:
(7) Lassalleanos y eisenacheanos: dos partidos en el movimiento obrero alemán de la década del 60 y comienzos de la del 70 del siglo XIX. Sostuvieron una encarnizada lucha, principalmente en torno a las cuestiones de táctica y, sobre todo, en el problema más palpitante de la vida política de Alemania de aquella época: las vías de su unificación. Lassalleanos: partidarios y continuadores del socialista pequeñoburgués alemán Fernando Lassalle, miembros de la Unión General Obrera Alemana, fundada en 1863 en el Congreso de sociedades obreras celebrado en Leipzig. Su primer presidente fue Lassalle, que formuló en programa y las bases tácticas de la Unión. En su actividad práctica, Lassalle y sus partidarios apoyaban la política imperialista de Bismarck. "Objetivamente –escribía Engels a Marx el 27 de enero de 1865 -, esto fue una infamia y una traición a todo el movmiento obrero a favor de los prusianos". Marx y Engels criticaron duramente en repetidas ocasiones la teoría, la táctica y los principios de organización de los lassalleanos como corriente oportunista en el movimiento obrero alemán. Eisenaccheanos: miembros del Partido Obrero Socialdemócrata Alemán, fundado en 1869 en el Congreso de constitución de Eisenach. Encabezaban a los eisenacheanos Augusto Bebel y Guillermo Liebknecht, que se hallaban bajo la influencia ideológica de Marx y Engels. En el programa de Eisenach se proclamaba que el Partido Obrero Socialdemócrata Alemán se consideraba "una sección de la Asociación Internacional de los Trabajadores, cuyas aspiraciones comparte". En cuanto a la unificación de Alemania, los eisenacheanos defendían "la vía democrática y proletaria, oponiéndose a que se hiciera la menor concesión al prusianismo, al bismarckianismo y al nacionalismo" (V. I. Lenin. Augusto Bebel. Obras Completas, 5ª ed. en ruso. t. 23). Al formarse en 1871 el Imperio alemán desapareció la discrepancia táctica fundamental entre lassalleanos y eisenacheanos, y en 1875, el ascenso del movmiento obrero y el recrudecimiento de las persecuciones gubernativas llevó a ambos partidos a unificarse en el Congreso de Gotha, formado el Partido Socialista Obrero de Alemania (más tarde, Partido Socialdemócrata de Alemania). – 9.
(8) Guesdistas y posibilistas: corrientes revolucionaria y oportunista, respectivamente, del movimiento socialista francés. En 1882, al escindirse el partido obrero de Francia en el Congreso de Saint-Etienne, formaron dos partidos. Guesdistas: partidarios de J. Guesde y P. Lafargue, corriente marxista de izquierda, defendida la necesidad de que el proletariado aplicase una política revolucionaria independiente. Los guesdistas conservaron el nombre de Partido Obrero de Francia y permanecieron fieles al programa de El Havre, aprobado por el partido en 1880, cuya parte teórica había escrito Marx. Gozaban de gran influencia en los centros industriales de Francia y agrupaban a los elementos avanzados de la clase obrera. En 1901 formaron el Partido Socialista de Francia. Posibilistas (P. Brousse, B. Malon y otros): corriente reformista, pequeñoburguesa, que apartaba al proletariado de los métodos revolucionarios de lucha. Los posibilistas constituyeron el Partido Obrero Social-Revolucionario. Negaban el programa revolucionario y la táctica revolucionaria del proletariado, velaban los objetivos socialistas del movimiento obrero y proponían limitar la lucha de los obreros en el marco de "lo posible", por lo que recibieron la denominación de "posibilistas". Tenían influencia principalmente en las regiones de Francia más atrasadas en el aspecto económico y entre los sectores menos desarrollados de la clase obrera. En 1902, los posibilistas y otros grupos reformistas fundaron el Partido Socialista Francés, con J. Jaurés al frente. El Partido Socialista de Francia y el Partido Socialista Francés se fusionaron en 1905, formando un solo partido: el Partido Socialista Francés. Durante la guerra imperialista de 1914-1918, sus dirigentes (Guesde, Sembat, etc.) traicionaron la causa de la clase obrera y se hicieron socialchovinistas.. –9
(9) Fabianos: miembros de la Sociedad Fabiana, organización reformista inglesa fundada en 1884. Recibión este nombre en memoria del caudillo romano Fabio Máximo (siglo III a. n. e.), llamado Cunctátor ("El Contemporizador") por su táctica expectante, que le hacía rehuir los combates decisivos en la guerra contra Aníbal. La Sociedad Fabiana estaba compuesta principalmente de intelectuales burgueses: científicos, escritores y políticos (como S. B. Webb, B. Show, R. MacDonald y otros). Lenin decía que los fabianos eran "la expresión más acabada del oportunismo" (V.I. Lenin. El programa agrario de la socialdemocracia en la primera revolución rusa de 1905-1907. Obras Completas, 5ª ed. en ruso t. 16). En 1900, la Sociedad Fabiana ingresó en el Partido Laborista. El "socialismo fabiano" es una de las fuentes de la ideología laborista. –9.
(11) Se alude a los miembros de la Federación Socialdemócrata de Inglaterra, fundada en 1884. A la par con los reformistas (Hyndman y otros) y los anarquistas, formaba parte de ella un grupo de socialdemócratas revolucionarios partidarios del marxismo (H. Quelch, T. Mann, E. Aveling, Eleonora Marx y otros), que representaban el ala izquierda del movimiento socialista inglés. Engels criticó duramente a la Federación Socialdemócrata de Inglaterra, acusándola de dogmatismo y sectarismo, de aislarse del movimiento obrero de masas e ignorar sus peculiaridades. La Federación adoptó en 1927 el nombre de Partido Socialdemócrata, el cual se fusionó en 1911 con los elementos de izquierda del Partido Obrero Independiente para formar el Partido Socialista Británico. En 1920, la mayoría de sus afiliados participó en la fundación del Partido Comunista de la Gran Bretaña. –9
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10- Agitación política centralizada contra el poder político, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

"Hemos llegado, pues, a la última razón que nos obliga a hacer particular hincapié en el plan de una organización formada en torno a un periódico central para toda Rusia, mediante la labor conjunta en este periódico común. Sólo una organización semejante aseguraría la flexibilidad indispensable a la organización socialdemócrata combativa, es decir, la capacidad de adaptarse en el acto a las condiciones de lucha más variadas y cambiantes con rapidez; saber, "de un lado, rehuir las batallas en campo abierto contra un enemigo que tiene superioridad aplastante de fuerzas, cuando concentra éstas en un punto, y para saber de otro lado, aprovechar la torpeza de movimientos de este enemigo y lanzarse sobre él en el sitio y en el momento en que menos espere ser atacado"####.
Sería un gravísimo error montar la organización del partido cifrando las esperanzas sólo en las explosiones y luchas de las calles o sólo en la "marcha progresiva de la lucha cotidiana y monótona". Debemosdesplegar siempre nuestra labor cotidiana dispuestos a todo, porque muchas veces es casi imposible prever por anticipado cómo alternarán los períodos de explosiones con los de calma y, aun cuando fuera posible preverlo, no se podría aprovechar la previsión para reconstruir la organización, porque en un país autocrático estos cambios se producen con asombrosa rapidez, a veces como consecuencia de una incursión, nocturna de los genízaros zaristas (94). De la revolución misma no debe uno forjarse la idea de que sea un acto único (como, por lo visto, se la imaginan los Nadiezhdin), sino de que es una sucesión rápida de explosiones más o menos violentas, alternando con períodos de calma más o menos profunda. Por tanto, el contenido fundamental de las actividades de la organización de nuestro partido, el centro de gravedad de estas actividades debe consistir en una labor que es posible y necesaria tanto durante el período de la explosión más violenta como durante el de la calma más completa, a saber: en una labor de agitación política unificada en toda Rusia que arroje luz sobre todos los aspectos de la vida y que dirija a las más grandes masas. Y esta labor es inconcebible en la Rusia actual sin un periódico central para toda Rusia que aparezca muy a menudo.
La organización que se forme por sí misma en torno a este periódico, la organización de sus colaboradores (en la acepción más amplia del término, es decir, de todos los que trabajan en trono a él) estará precisamente dispuesta a todo, desde salvar el honor, el prestigio y la continuidad del partido en los momentos de mayor "depresión" revolucionaria, hasta prepara la insurrección armada de todo el pueblo, fijar fecha para su comienzo y llevarla a la práctica."
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11- La organización profesional de los conspiradores, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

"En segundo lugar, muchos –y entre ello, por lo visto, B. Krichevski (R. D., núm. 10, pág. 18) – no comprenden bien la polémica que siempre han sostenido los socialdemócratas contra la concepción de la lucha política como una lucha "de conspiradores". Hemos protestado y protestaremos siempre, desde luego, contra la reducción de la lucha política alas proporciones de una conjuración++++++, pero eso, claro está, en modo alguno significaba que negásemos la necesidad de una fuerte organización revolucionaria. Y, por ejemplo, en el folleto citado en la nota, junto a la polémica contra quienes quieren reducir la lucha política a una conjuración se encuentra el esquema de una organización (como ideal de los socialdemócratas) lo bastante fuerte para poder recurrir tanto a la "insurrección" como a cualquier "otra forma de ataque" con objeto de asestar el golpe decisivo al absolutismo"+++++++. Por su forma, una organización revolucionaria de esa fuerza en un país autocrático puede llamarse también organización "de conspiradores" porque la palabra francesa "conspiration" equivale a "conjuración", y el carácter conspirativo es imprescindible en el grado máximo para semejante organización. El carácter conspirativo es condición tan imprescindible de tal organización que las demás condiciones (número, selección, funciones, etc. de los miembros) tienen que concertarse con ella. Sería, pro tanto, extrema candidez temer que nos acusen a los socialdemócratas de querer crear una organización de conspiradores. Todo enemigo del "economismo" debe enorgullecerse de esa acusación, así como de la acusación de ser partidario de Libertad del Pueblo.
Se nos objetará que una organización tan poderosa y tan rigurosamente secreta, que concentra en sus manos todos los hilos de la actividad conspirativa, organización necesariamente centralista, puede lanzarse con excesiva ligereza a un ataque prematuro, puede enconar irreflexivamente el movimiento antes de que lo hagan posible y necesario la extensión del descontento político, la fuerza de la efervescencia y de la exasperación de la clase obrera, etc. Nosotros contestaremos que, hablando en términos abstractos, no es posible negar, desde luego, que una organización de combate puede abocar en una batalla impremeditada, la cual puede acabar en una derrota que en modo alguno sería inevitable en otras condiciones. Pero, en semejante problema, es imposible limitarse a consideraciones abstractas, porque todo combate entraña la posibilidad abstracta de la derrota, y no hay otro medio de disminuir esta posibilidad que preparar organizadamente el combate. Y si planteamos el problema en el terreno concreto de las condiciones actuales de Rusia, habremos de llegar a esta conclusión positiva: una fuerte organización revolucionaria es sin duda necesaria para dar precisamente estabilidad al movimiento y preservarlo de la posibilidad de los ataques irreflexivos. Justamente ahora, cuando carecemos de semejante organización y cuando el movimiento revolucionario crece espontánea y rápidamente, se observan ya dos extremos opuestos (que, como es lógico, "se tocan"): o un "economismo" sin el menor fundamento, acompañado de prédicas de moderación, o un "terrorismo excitante", con tan poco fundamento, que tiende "a producir artificiosamente, en el movimiento que se desarrolla y se consolida, pero que todavía está más cerca de su principio que de su fin, síntomas de su fin" (V. Z. En Zariá, núm. 2-3, pág. 353). Y el ejemplo de Rab. Dielo demuestra que existen ya socialdemócratas que capitulan ante ambos extremos. Y no es de extrañar, porque, amén de otras razones, la "lucha económica contra los patronos y el gobierno" jamás satisfará a un revolucionario, y extremos opuestos siempre surgirán aquí o allá. Sólo una organización combativa centralizada que aplique firmemente la política socialdemócrata y satisfaga, pro decirlo así, todos los instintos y aspiraciones revolucionarios puede preservar de un ataque irreflexivo al movimiento y preparar un ataque con perspectivas de éxito.
NOTA: Entre los militantes, por ejemplo, se observa en los últimos tiempos una reanimación indudable del espíritu democrático, en parte a causa de los combates de calle, cada vez más frecuentes, contra "enemigos" como los obreros y los estudiantes. Y en cuanto nos lo permitan nuestras fuerzas, deberemos dedicar sin falta la mayor atención a la labor de agitación y propaganda entre los soldados y oficiales, a la creación de "organizaciones militares" afiliadas a nuestro partido.
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12- La democracia partidaria es un juguete inútil y perjudicial, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

No queda mejor parado el segundo rasgo de la democracia: el carácter electivo. En los países que gozan de libertad política, esta condición se sobreentiendo por sí misma. "Se considera miembro del partido todo el que acepta los principios de su programa y ayuda al partido en la medida de sus fuerzas", dice el artículo primera de los estatutos orgánicos del Partido Socialdemócrata Alemán. Y como toda la liza política está abierta para todos, igual que la rampa del escenario para el público de un teatro, el que se acepte o se rechace, se apoye o se impugne son cosas que todos saben pro los periódicos y por las reuniones públicas. Todo el mundo sabe que determinado dirigente político ha comenzado de tal manera, ha pasado por tal y tal evolución, se ha portado de tal y tal modo en un momento difícil de su vida, se distingue en general por tales y tales cualidades: pro tanto, es natural que a este dirigente lo puedan elegir o no elegir, con conocimiento de causa, para determinado cargo en el partido, todos los miembros del mismo. El control general (en el sentido literal de la palabra) de cada uno de los pasos del afiliado al partido, a lo largo de su carrera política, crea un mecanismo de acción automática que tiene pro resultado lo que en Biología se llama "supervivencia de los mejor adaptados". La "selección natural", producto de la completa publicidad del carácter electivo y del control general, asegura que cada dirigente esté a fin de cuentas "en su sitio", se encargue d e la labor que mejor concuerde con sus fuerzas y aptitudes, sufra en su carne todas las consecuencias de sus errores y demuestre a la vista de todos su capacidad para reconocer sus faltas y evitarlas.
¡Pero prueben ustedes a encajar este cuadro en el marco de nuestra autocracia! ¿Es acaso concebible entre nosotros que "todo el que acepte los principios del programa del partido y ayude al partido en la medida de sus fuerzas" controle cada paso del revolucionario clandestino? ¿Qué todos elijan a uno o a otro entre estos últimos, cuando, el bien de su trabajo, el revolucionario está obligado a ocultar su verdadera personalidad a las nueve décimas partes de esos "todos"? Reflexionen, aunque sólo sea un momento, en el verdadero sentido de las sonoras palabras de Rab. Dielo y verán que la "amplia democracia" de una organización de partido en las tinieblas de la autocracia, cuando son los gendarmes quienes seleccionan, no es más que un juguete inútil y perjudicial. Inútil porque, en la práctica, jamás ha podido organización revolucionaria alguna aplicar una amplia democracia, ni puede aplicarla, por mucho que lo desee. Perjudicial porque los intentos de aplicar en la práctica un "amplio principio democrático" sólo facilitan a la policía las grandes redadas y perpetúan los métodos primitivos de trabajo dominantes, desviando el pensamiento de los militantes dedicados a la labor práctica de la seria e imperiosa tarea de forjarse como revolucionarios profesionales hacia la redacción de prolijos reglamentos "burocráticos" sobre sistemas de votación. Sólo en el extranjero, donde no pocas veces se juntan gentes que no pueden encontrar una labor verdadera y real, ha podido desarrollarse en algún sitio, sobre todo en diversos grupos pequeños, ese "juego a la democracia".
El único principio de organización serio a que deben atenerse los dirigentes de nuestro movimiento ha de ser el siguiente: la más severa discreción conspirativa, la más rigurosa selección de los afiliados y la preparación de revolucionarios profesionales. Si se cuenta con estas cualidades, está asegurado algo mucho más importante que el "ambiente democrático", a saber: la plena confianza mutua, propia de camaradas, entre los revolucionarios. Y es indiscutible que necesitamos más esta confianza porque en Rusia no se puede ni hablar de sustituirla por un control democrático general. Cometeríamos un gran error si creyéramos que, por ser imposible un control verdaderamente "democrático", los afiliados a una organización revolucionaria se convierten en incontrolados: no tienen tiempo de pensar en las formas de juguete de democracia (democracia en el seno de un apretado núcleo de camaradas entre los que reina confianza mutua), pero sienten muy en lo vivo su responsabilidad, pues saben además, pro experiencia, que una organización de verdaderos revolucionarios no se detendrá en medios para deshacerse de un miembro digo. Además, en el país hay una opinión publica bastante desarrollada de los medios revolucionarios rusos (e internacionales) que tiene mucha historia castiga con implacable severidad todo incumplimiento del deber de la camaradería (¡y la "democracia", la verdadera democracia, no la de juguete, va implícita, como la parte en el todo, en este concepto de camaradería!). ¡Tomen todo esto en consideración y comprenderán qué nauseabundo tufillo a juego a los generales en el extranjero trasciende de todas esas habladurías y resoluciones sobre las "tendencias antidemocráticas"!
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13- La transformación del obrero en revolucionario profesional, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

Si el obrero revolucionario quiere prepararse por entero para su trabajo, debe convertirse también en un revolucionario profesional. Por esto no tiene razón B-v cuando dice que, pro estar el obrero ocupado en la fábrica once horas y media, las demás funciones revolucionarias (salvo la agitación) "recaen ante todo, quiérase o no, sobre un número reducidísimo de intelectuales". No sucede esto "quiérase o no", sino debido a nuestro atraso, porque no comprendemos que tenemos el deber de ayudar a todo obrero que se distinga por su capacidad para convertirse en un agitador, organizador, propagandista, distribuidor, etc., etc., profesional.
En este sentido dilapidamos vergonzosamente nuestras fuerzas, no sabemos cuidar lo que tiene que ser cultivado y desarrollado con particular solicitud. Fíjense en los alemanes: tienen cien veces más fuerzas que nosotros, pero comprenden perfectamente que los agitadores, etc., capaces de verdad, no descuellan con excesiva frecuencia de entre los obreros "medios". Por eso procuran colocar enseguida a todo obrero capaz en condiciones que le permitan desarrollar plenamente y aplicar plenamente sus aptitudes: hacen de él un agitador profesional, lo animan a ensanchar su campo de acción, a extender ésta de una fábrica a todo un oficio, de una localidad a todo el país. De este modo, el obrero adquiere experiencia y habilidad profesional, amplía su horizonte y su saber, observa de cerca de los jefes políticos destacados de otros lugares y de otros partidos, procura ponerse a la misma altura que ellos y unir en su persona el conocimiento del medio obrero y la lozanía de las convicciones socialistas a la maestría profesional sin la que no puede le proletariado desplegar su tenaz lucha contra sus enemigos perfectamente instruidos. Así, sólo así, surgen de la masa obrera los Bebel y los Auer. Pero lo que en un país libre en el aspecto político se hace en gran parte por sí solo, en Rusia deben hacerlo sistemáticamente nuestras organizaciones.
Un agitador obrero que tenga algún talento y "prometa" no debe trabajar once horas en la fábrica. Debemos arreglarlo de manera que viva de los fondos del partido, que pueda pasar a la clandestinidad en el momento preciso, que cambie de lugar de acción, pues de otro modo no adquirirá gran experiencia, no ampliará su horizonte, no podrá sostenerse siquiera varios años en la lucha contra los gendarmes. Cuanto más amplio y profundo es el movimiento espontáneo de las masas obreras, tantos más agitadores de talento descuellan, y no sólo agitadores, sino organizadores, propagandistas y militantes "prácticos" de talento, "prácticos" en el buen sentido de la palabra (que son tan escasos entre nuestros intelectuales, en su mayor parte un tanto desidiosos y tardos a la rusa). Cuando tengamos destacamentos de obreros revolucionarios (y bien entendido que "todas las armas" de la acción revolucionaria) especialmente preparados y con un largo aprendizaje, ninguna policía política del mundo podrá con ellos, porque esos destacamentos de hombres consagrados en cuerpo y alma a la revolución gozarán igualmente de la confianza ilimitada de las más amplias masas obreras. Y somos los culpables directos de no "empujar" bastante a los obreros a este camino, que es el mismo para ellos y para los "intelectuales", al camino del aprendizaje revolucionario profesional, tirando demasiado a menudo de ellos hacia atrás con nuestros discursos necios sobre lo que es "accesible" para la masa obrera, para los "obreros medios", etc.
En este sentido, igual que en los otros, el reducido alcance del trabajo de organización está en relación indudable e íntima (aunque no se dé cuenta de ello la inmensa mayoría de los "economistas" y de los militantes prácticos noveles) con la reducción del alcance de nuestra teoría y de nuestras tareas políticas. El culto a la espontaneidad origina una especie de temor de apartarnos un poquitín de lo que sea "accesible" a las masas, un temor de subir demasiado pro encima de la simple satisfacción de sus necesidades directas e inmediatas. ¡No tengan miedo, señores! ¡Recuerden ustedes que en materia de organización estamos a un nivel tan bajo que es absurda hasta l apropia idea de que podamos subirdemasiado alto!
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14- Organización obrera y organización de revolucionarios, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

¿En qué consistía, pues, el origen de nuestras discrepancias? Precisamente en que los "economistas" se apartan a cada paso de las concepciones socialdemócratas para caer en el tradeunionismo, tanto en las tareas de organización como en las políticas.
La lucha política de la socialdemocracia es mucho más amplia y compleja que la lucha económica de los obreros contra los patronos y el gobierno. Del mismo modo (y como consecuencia de ello), la organización de un partido socialdemócrata revolucionario ha de ser inevitablemente de un género distinto que la organización de los obreros para la lucha económica. la organización de los obreros deber ser, primero, profesional; segundo, lo más amplia posible; tercero, lo menos clandestina posible (aquí más adelante me refiero, claro está, sólo a la Rusia autocrática).
Por el contrario, la organización de los revolucionarios debe agrupar, ante todo y sobre todo, a personas cuya profesión sea la actividad revolucionaria (por eso hablo de una organización de revolucionarios, teniendo en cuenta a los revolucionarios socialdemócratas). Ante este rasgo común de los miembros de semejante organización debe desaparecer en absoluto toda diferencia entre obreros e intelectuales, sin hablar ya de la diferencia entre las diversas profesiones de unos y otros. Esta organización debe ser necesariamente no muy amplia y lo más clandestina posible.
Detengámonos en estos tres puntos distintos. En los países que gozan de libertad política, la diferencia entre la organización sindical y la organización política es completamente clara, como lo es también la diferencia entre las tradeuniones y la socialdemocracia. Por supuesto, las relaciones de esta última con las primeras varían de manera inevitable en los distintos países, en dependencia de las condiciones históricas, jurídicas, etc., pudiendo ser más o menos estrechas, complejas, etc. (desde nuestro punto de vista, deben ser lo más estrechas y lo menos complejas posibles); pero no puede ni hablarse de identificar en los países libres la organización de los sindicatos con la organización del partido socialdemócrata.
En Rusia, en cambio, el yugo de la autocracia borra a primera vista toda diferencia entre la organización socialdemócrata y el sindicato obrero, pues todo sindicato obrero todo círculo están prohibidos, y la huelga, principal manifestación y arma de la lucha económica de los obreros, se considera en general un delito común (¡y a veces incluso un delito político!). por consiguiente, las condiciones de Rusia, de una parte, "incitan" con gran fuerza a los obreros que sostienen la lucha económica a pensar en las cuestiones políticas, y, de otra, "incitan" a los socialdemócratas a confundir el tradeunionismo con la socialdemocracia (nuestros Krichevski, Martínov y Cía., que hablan sin cesar de la "incitación" del primer tipo, no ven la "incitación" del segundo tipo).
(...) Podría continuar este análisis del reglamento, pero creo que con lo dicho basta. Un pequeño núcleo bien unido, compuesto pro los obreros más seguros, más experimentados y mejor templados, con delegados en los distritos principales y ligado a la organización de revolucionarios de acuerdo con las reglas de la más rigurosa clandestinidad, podrá realizar perfectamente, con el más amplio concurso de las masas y sin reglamentación alguna, todas las funciones que competen a una organización sindical, y realizarlas, además, de la manera deseable para la socialdemocracia. Sólo así se podrá consolidar y desarrollar, a pesar de todos los gendarmes, el movimiento sindical socialdemócrata.
La moraleja es simple: si comenzamos por crear firmemente una fuerte organización de revolucionarios, podremos asegurar la estabilidad del movimiento en su conjunto y alcanzar, al mismo tiempo, los objetivos socialdemócratas y los objetivos netamente tradeunionistas. Pero si comenzamos a constituir una amplia organización obrera con el pretexto de que es la más "accesible" a la masa (aunque, en realidad, será más accesible a los gendarmes y pondrá a los revolucionarios más al alcance de la policía), no conseguiremos ninguno de estos objetivos, no nos desembarazaremos de nuestros métodos primitivos y, con nuestro fraccionamiento y nuestros fracasos continuos, no logramos más que hacer más accesibles a la masa las tradeuniones del tipo de las de Zubátov u Ozerov.
(...) "Un comité compuesto de estudiantes no nos conviene porque es inestables". ¡Completamente justo! Pero la conclusión que se deduce de ahí es que hace falta un comité de revolucionarios profesionales, sin que importe si son estudiantes u obreros las personas capaces de forjarse como tales revolucionarios profesionales. ¡Ustedes, en cambio, sacan la conclusión de que no se debe estimular desde fuera el movimiento obrero! En su ingenuidad política, no se dan cuenta siquiera de que hacen el juego a nuestros "economistas" y a nuestros métodos primitivos. Permítanme una pregunta: ¿Cómo han "estimulado" nuestros estudiantes a nuestros obreros? Unicamente transmitiéndoles los retazos de conocimientos políticos que ellos tenían, las migajas de ideas socialistas que habían podido adquirir (pues el principal alimento espiritual del estudiante de nuestros días, el marxismo legal, no podía darle más que le abecé, no puede darle más que migajas).
Ahora bien, tal "estímulo desde fuera" no ha sido demasiado grande, sino, al contrario, demasiado pequeño, escandalosamente pequeño en nuestro movimiento, pues no hemos hecho más que cocernos con excesivo celo en nuestra propia salsa, prosternarnos con excesivo servilismo ante la elemental "lucha económica de los obreros contra los patronos y el gobierno". Nosotros, los revolucionarios de profesión, debemos dedicarnos, y nos dedicaremos, a ese "estímulo" cien veces más. Pero precisamente porque eligen esta abyecta expresión de "estímulo desde fuera", inspira de modo inevitable al obrero (por lo menos al obrero tan poco desarrollado como ustedes) la desconfianza hacia todos los que les proporcionan desde fuera conocimientos políticos y experiencia revolucionaria, y que despierta el deseo instintivo de rechazarlos a todos, proceden ustedes como demagogos, y los demagogos son los peores enemigos de la clase obrera.
(...) Con una organización así, la fe en la fuerza del partido se hará tanto más firme y tanto más extensa cuanto más clandestina sea esta organización; y en la guerra, como es sabido, lo más importante es no sólo infundir confianza en sus fuerzas al ejército propio, sino hacer que crean en ello el enemigo y todos lo elementos neutrales; una neutralidad amistosa puede, a veces, decidir la contienda. Con semejante organización, erigida sobre una firme base teórica, y disponiendo de un órgano de prensa socialdemócrata, no habrá que temer que el movimiento sea desviado de su camino por los numerosos elementos "extraños" que se hayan adherido a él (al contrario, precisamente ahora, cuando predominan los métodos primitivos, vemos que muchos socialdemócratas lo llevan a la trayectoria del Credo, imaginándose que sólo ellos son socialdemócratas). En un palabra, la especialización presupone necesariamente la centralización y, a su vez, la exige en forma absoluta.
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15- ¿Qué es un revolucionario profesional?, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

"Es más fácil cazar a una docena de inteligentes que a un centenar de bobos". Este magnífico axioma (que les valdrá siempre los aplausos del centenar de bobos) parece evidente sólo porque, en el curso de su razonamiento, han saltado de una cuestión a otra. Comenzaron por hablar, y siguen hablando, de la captura del "comité", de la captura de la "organización", y ahora saltan a otra cuestión, a la captura de las "raíces profundas" del movimiento. Está claro que nuestro movimiento es indestructible sólo porque tiene centenares y centenares de miles de raíces profundas, pero no se trata de eso, ni mucho menos. En lo que se refiere a las "raíces profundas", tampoco ahora se nos puede "cazar", a pesar de todo el primitivismo de nuestro trabajo; y, sin embargo, todos deploramos, y no podemos menos de deplorar, la caza de "organizaciones", que rompe toda continuidad del movimiento. Y puesto que plantean la cuestión de la caza de organizaciones e insisten en trata de ella, les diré que es mucho más difícil cazar a una docena de inteligentes que a un centenar de bobos; y seguiré sosteniéndolo sin hacer ningún caso de sus esfuerzos para azuzar a la multitud contra mi "espíritu antidemocrático", etc.
Como he señalado más de una vez, debe entenderse por "inteligentes" en materia de organización sólo a los revolucionarios profesionales, sin que importe sin son estudiantes u obreros quienes se forjen como tales revolucionarios profesionales. Pues bine, yo afirmo:
1) que no puede haber un movimiento revolucionario sólido sin una organización de dirigentes estable que guarde la continuidad;
2) que cuanto más vasta sea la masa que se incorpore espontáneamente a la lucha – y que constituye la base del movimiento y participa en él -, tanto más imperiosa será la necesidad de semejante organización y tanto más sólida deberá ser ésta (pues con tanta mayor facilidad podrán los demagogos de toda laya arrastrar a los sectores atrasados de la masa);
3) que dicha organización debe estar formada, en los fundamental, por hombres que hagan de las actividades revolucionarias su profesión;
4) que en un país autocrático, cuanto más restrinjamos el contingente de miembros de dicha organización, incluyendo en ella sólo a los que hacen de las actividades revolucionarias su profesión y que tengan una preparación profesional en el arte de luchar contra la policía política, tanto más difícil será "cazar" a esta organización, y
5) tanto mayor será le número de personas de la clase obrera y de las obras clases de la sociedad que podrán participar en el movimiento y colaborar en él de un modo activo.
Invito a nuestros "economistas", terroristas, y "economistas-terroristas"++ a que refuten estas tesis, las dos últimas de las cuales voy a desarrollar ahora. Lo de si es más fácil cazar a "una docena de inteligentes" que a "un centenar de bobos" se reduce al problema que he analizado antes: si es compatible una organización de masas con la necesidad de observar la clandestinidad más rigurosa. Jamás podremos dar a una organización amplia el carácter clandestino indispensable para una lucha firme y tenaz contra el gobierno. La concentración de todas la funciones clandestinas en manos del menor número posible de revolucionarios profesionales no significa, ni mucho menos, que estos últimos "pensarán por todos", que la multitud no tomará parte activa en el movimiento. Al contrario: la multitud promoverá de su seno a un número cada vez mayor de revolucionarios profesionales, pues sabrá entonces que no basta con que unos estudiantes y algunos obreros que luchan en el terreno económico se reúnan para constituir un "comité", sino que es necesario formarse durante años como revolucionarios profesionales, y "pensará" no sólo en los métodos primitivos de trabajo, sino precisamente en esta formación. La centralización de las funciones clandestinas de la organización no implica en modo alguno la centralización de todas las funciones del movimiento. La colaboración activa de las más amplias masas en las publicaciones clandestinas, lejos de disminuir, se decuplicará cuando una "docena" de revolucionarios profesionales centralicen las funciones clandestinas de esta labor. Así, y sólo así, conseguiremos que la lectura de las publicaciones clandestinas, la colaboración en ellas y, en parte, hasta su difusión dejen casi de ser una obra clandestina, pues la policía comprenderá pronto cuán absurdas e imposibles son las persecuciones judiciales y administrativas con motivo de cada uno de los miles de ejemplares de publicaciones distribuidas. Lo mismo cabe decir no sólo de la prensa, sino de todas las funciones del movimiento, incluso de las manifestaciones. La participación más activa y más amplia de las masas en una manifestación, lejos de salir perjudicada, tendrá, por el contrario, muchas más probabilidades de éxito si una "docena" de revolucionarios probados, no menso adiestrados profesionalmente que nuestra policía, centraliza todos los aspectos de la labor clandestina: edición de octavillas, confección de un plan aproximado, nombramiento de un grupo de dirigentes para cada distrito de la ciudad, para cada barriada fabril, cada establecimiento de enseñanza, etc. (se dirá, ya lo sé, que mis concepciones "no son democráticas", pero más adelante refutaré de manera detallada esta objeción nada inteligente). La centralización de las funciones más clandestinas por la organización de revolucionarios no debilitará, sino que reforzará la amplitud y el contenido de la actividad de un gran número de otras organizaciones destinadas a las vastas masas y, por ello, lo menos reglamentadas y lo menos clandestinas posible: sindicatos obreros, círculos obreros culturales y de lectura de publicaciones clandestinas, círculos socialistas, y democráticos también, para todos los demás sectores de la población, etc., etc. Tales círculos, y organizaciones son necesarios en todas partes, en el mayor número y con las funciones más diversas; pero es absurdo y perjudicial confundirestas organizaciones con la de los revolucionarios, borrar las fronteras entre ellas, apagar en la masa la conciencia, ya de por sí increíblemente oscurecida, de que para "servir" al movimiento de masas hacen falta hombres dedicados de manera especial y por entero a la acción socialdemócrata, y que estos hombres deben forjarse con paciencia y tenacidad como revolucionarios profesionales.
Sí, esta conciencia se halla oscurecida hasta lo increíble. Con nuestro primitivismo en el trabajo hemos puesto en entredicho el prestigio de los revolucionarios en Rusia: en esto radica nuestro pecado capital en materia de organización. Un revolucionario blandengue, vacilante en los problemas teóricos y de estrechos horizontes, que justifica su inercia con la espontaneidad del movimiento de masas y se asemeja más a un secretario de tradeunión que a un tribuno popular, carente de un plan amplio y audaz que imponga respeto incluso a sus adversarios, inexperto e inhábil en su arte profesional (la lucha contra la policía política), ¡no es, con perdón sea dicho, un revolucionario, sino un mísero artesano!
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16- La importancia de un puñado de jefes políticos con talento probado, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

Para mayor claridad, comenzaré por un ejemplo: el de los alemanes. Nos negarán ustedes, me imagino, que su organización engloba a la multitud, que entre ellos todo viene de la multitud y que el movimiento obrero ha aprendido a andar solo. Sin embargo, ¡¡cómo aprecia esta multitud de varios millones de hombres a su "docena" de jefes políticos probados, con qué firmeza los sigue!!
Más de una vez, los diputados de los partidos adversos han tratado de irritar en el Parlamento a los socialistas, diciéndoles: "¡Vaya unos demócratas! El movimiento de la clase obrera no existe entre ustedes más que de palabra; en realidad, es siempre el mismo grupo de jefes el que interviene. Año tras año, decenio tras decenio, siempre el mismo Bebel, siempre el mismo Liebknecht. ¡Vuestros delegados, supuestamente elegidos por los obreros, son más inamovibles que los funcionarios nombrados por el emperador!"
Pero los alemanes han acogido con un sonrisa de desprecio estas tentativas demagógicas de oponer la "multitud" a los "jefes", de atizar en ella malos instintos de vanidad, de privar al movimiento de solidez y estabilidad, minando la confianza de las masas en la "docena de inteligentes". Los alemanes han alcanzado ya suficiente desarrollo del pensamiento político, tienen suficiente experiencia política para comprender que, sin "una docena" de jefes de talento (los talentos no surgen por centenares), de jefes probados, preparados profesionalmente, instruidos por un alarga práctica y bien compenetrados, ninguna clase d ela sociedad contemporánea puede luchar con firmeza.
También los alemanes han tenido a sus demagogos, que adulaban a los "centenares de bobos", colocándolos por encima de las "docenas de inteligentes"; que glorificaban el "puño musculoso" de la masa, incitaban (como Most o Hasselmann) a esta masa a acometer acciones "revolucionarias" irreflexivas y sembraban la desconfianza respecto a los jefes probados y firmes. Y el socialismo alemán ha crecido y se ha fortalecido gracias únicamente a una lucha tenaz e intransigentes contra toda clase de elementos demagógicos en su seno. Pero en su período en que toda la crisis de la socialdemocracia rusa se explica por el hecho de que las masas que despiertan de un modo espontáneo carecen de jefes suficientemente preparados, desarrollados y expertos, nuestros sabihondos nos dicen con la perspicacia de Ivánushka**********: "¡Mala cosa es un movimiento que no viene de la base!"
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17- La importancia de la lucha teórica para Engels, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

Aduciremos las observaciones hechas por Engels en 1874 a la significación de la teoría en el movimiento socialdemócrata. Engels reconocetres formas de la gran lucha de la socialdemocracia, y no dos (la política y la económica) -como es usual entre nosotros -, colocando también a su lado la lucha teórica. Sus recomendaciones al movimiento obrero, alemán, ya robustecido en los aspectos práctico y político, son tan instructivas desde el punto de vista de los problemas y las discusiones actuales que el lector no nos recriminará, así lo esperamos, por reproducir un extenso fragmento del prefacio al folleto Der deutsche Bauernkrieg**********, que desde hace ya mucho es una rareza bibliográfica:
"los obreros alemanes tienen dos ventajas esenciales sobre los obreros del resto de Europa. La primera es que pertenecen al pueblo más teórico de Europa y han conservado en sí ese sentido teórico, casi completamente perdido pr las clases llamadas "cultas" de Alemania. Sin la filosofía alemana que le ha precedido, sobre todo sin la filosofía de Hegel, jamás se habría creado el socialismo científico alemán, el únioc soiccalismo científico que ha existido alguna vez. De haber carecido los obreros de sentido teórico, este socialismo científico nunca hubiera sido, en la medida que lo es hoy, carne de su carne y sangre de su sangre. Y demuestra cuán inmensa es dicha ventaja, de un lado, la indiferencia por toda teoría, que es una de las causas principales de que el movimiento obrero inglés avance con tanta lentitud, a pesar de la excelente organización de algunos oficios, y de otro, el desconcierto y la confusión sembrados por el proudhonismo, en su forma primitiva, entre los franceses y los belgas, y, en la forma caricaturesca que le ha dado Bakunin, entre los españoles y los italianos.
"La segunda ventaja consiste en que los alemanes han sido casi los últimos en incorporarse al movimiento obrero. Así como el socialismo teórico alemán jamás olvidará que se sostiene sobre los hombros de Saint-Simon, Fourir y Owen -tres pensadores que, a pesar del carácter fantástico y de todo el utopismo de sus doctrinas, pertenecen a las mentes más grandes de todos los tiempos, habiéndose anticipado genialmente a una infinidad de verdades cuya exactitud estamos demostrando ahora de un modo científico -, así también el movimiento obrero práctico alemán nunca debe olvidar que se ha desarrollado sobre los hombros del movimiento inglés y francés, que ha tenido la posibilidad e sacar simplemente partido de su experiencia costosa, de evitar en el presento los errores que entonces no había sido posible evitar en la mayoría de los casos. ¿Dónde estaríamos ahora sin el precedente de las tradeuniones inglesas y de la lucha política de los obreros franceses, sin ese impulso colosal que ha dado particularmente la Comuna de París?
"Hay que hacer justicia a los obreros alemanes pro haber aprovechado con rara inteligencia las ventajas de su situación. Por primera vez desde que existe el movimiento obrero, la lucha se desarrolla en forma metódica en sus tres direcciones concertadas y relacionadas entre sí: teórica, política y económico-práctica (resistencia a los capitalistas). En este ataque concéntrico, por decirlo así, reside precisamente la fuerza y la invencibilidad del movimiento alemán.
"Esta situación ventajosa, por su parte, y, por otra, las peculiaridades insulares del movimiento inglés y la represión violenta del francés, hacen que los obreros alemanes se encuentren ahora a la cabeza de la lucha proletaria. No es posible pronosticar cuánto tiempo les permitirán los acontecimientos ocupara este puesto de honor. Pero, mientras lo sigan ocupando es de esperar que cumplirán como es debido las obligaciones que les impone. Para esto, tendrán que redoblar sus esfuerzos en todos los aspectos de la lucha y de la agitación. Sobre todo los jefes deberán instruirse cada vez más en todas las cuestiones teóricas, desembarazarse cada vez más de la influencia de la fraseología tradicional, propia de la vieja concepción del mundo, y tener siempre presente que el socialismo, desde que se ha hecho ciencia, exige que se le trate como tal, es decir, que se le estudie. La conciencia así lograda, y cada vez más lúcida, debe ser difundida entre las masas obreras con celo cada vez mayor, y se debe cimentar cada vez más fuertemente la organización del partido, así como la de los sindicatos ...
"... Si los obreros alemanes siguen avanzando de este modo, no es que marcharán al frente del movimiento -y no le conviene al movimiento que los obreros de una nación cualquiera marchen al frente del mismo -, sino que ocuparán un puesto de honor en la línea de combate; y están bien pertrechados para ello si, de pronto duras pruebas o grandes acontecimientos reclaman de ellos mayor valor, mayor decisión y energía"(45).
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18- El partido y su función de combatiente de vanguardia, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

En tercer lugar, ningún otro partido socialista del mundo ha tenido que afrontar tareas nacionales como las que tiene planteadas la socialdemocracia rusa. Más adelante deberemos hablar de los deberes de índole política y orgánica que nos impone esta tarea de liberar a todo el pueblo del yugo de la autocracia. Por el momento queremos señalar únicamente que sólo un partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de combatiente de vanguardia. Y para que el lector tenga una idea concreta, por poco que sea, de lo que esto significa, que recuerde a precursores de la socialdemocracia rusa como Herzen, Belinski, Chernyshevski y a la brillante pléyade de revolucionarios de los años 70; que piense en la importancia universal que está alcanzando ahora la literatura rusa; que ... ¡pero basta con lo dicho!
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19- Conciencia socialdemócrata y conciencia sindical, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

"Hemos dicho que los obreros no podían tener conciencia socialdemócrata. Esta sólo podía ser traída desde fuera. La historia de todos los países demuestra que la clase obrera está en condiciones de elaborar exclusivamente con sus propias fuerzas sólo una conciencia tradeunionista, es decir, la convicción de que s necesario agruparse en sindicatos, luchar contra los patronos, reclamar al gobierno la promulgación de tales o cuales leyes necesarias para los obreros, etc.*. En cambio, la doctrina del socialismo ha surgido de teorías filosóficas, históricas y económicas elaboradas por intelectuales, por hombres instruidos de las clases poseedoras. Por su posición social, los propios fundadores del socialismo científico moderno, Marx y Engels, pertenecían la intelectualidad burguesa. De igual modo, la doctrina teórica de la socialdemocracia ha surgido en Rusia independiente por completo del crecimiento espontáneo del movimiento obrero, ha surgido como resultado natural e ineludible del desarrollo del pensamiento entre los intelectuales revolucionarios socialistas. Hacia la época de que tratamos es decir, a mediados de los años 90, esta doctrina no sólo era ya el programa, cristalizado por completo, del grupo Emancipación del Trabajo, sino que incluso se había ganado a la mayoría de la juventud revolucionaria de Rusia."
NOTA: Esto no quiere decir, naturalmente, que los obreros no participen en esa elaboración. Pero no participan como obreros, sino como teóricos del socialismo, como los Proudhon y los Weitling; dicho con otras palabras, sólo participan en el momento y en la medida en que logran, en grado mayor o menor, dominar la ciencia de su siglo y hacerla avanzar. Y para que lo logren con mayor frecuencia, es necesario preocuparse lo más posible de elevar el nivel de conciencia de los obreros en general; es necesario que éstos no se encierren en el marco, artificialmente restringido, de las "publicaciones para obreros", sino que aprendan a asimilar más y más las publicaciones generales. Incluso sería más justo decir, en vez de "no se encierren", que "no sean encerrados", pues los obreros leen y quieren leer cuanto se escribe también para los intelectuales, y sólo ciertos intelectuales (de ínfima categoría) creen que "para los obreros" basta relatar lo que ocurre en las fábricas y repetir cosas conocidas desde hace ya mucho tiempo.
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20- Táctica-plan y estrategia política marxista, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

"¡La táctica-plan está en contradicción con el espíritu fundamental del marxismo!" Eso es una calumnia contra el marxismo, eso equivale a convertirlo en la caricatura que nos oponían los populistas en su guerra contra nosotros. ¡Eso es precisamente aminorar la iniciativa y la energía de los militantes conscientes, mientras que el marxismo, por el contrario, da un impulso gigantesco a la iniciativa y a la energía de los socialdemócratas, abriendo ante ellos las perspectivas más vastas, poniendo a su disposición (si podemos expresarnos así) las fuerzas poderosas de los millones y millones que constituyen la clase obrera, la cual se alza a la lucha "espontáneamente"! Toda la historia de la socialdemocracia internacional abunda en planes, propuestos ora por uno, ora por otro líder político, que demuestran la perspicacia y la justedad de las concepciones que uno tiene de política y organización o revelan la miopía y los errores políticos de otro. Cuando Alemania dio uno de los mayores virajes históricos –la formación del Imperio, la apertura del Reichtag, la concesión del sufragio universal -, Liebknecht tenía un plan de la política y la acción en general de la socialdemocracia, y Schweitzer tenía otro. Cuando sobre los socialistas alemanes cayó la Ley de excepción, Most y Hasselman, dispuestos a exhortar pura y simplemente a la violencia y al terrorismo, tenían un plan; Höchberg, Schramm y (en parte) Bernstein tenían otro plan, y empezaron a predicar a los socialdemócratas que, con su innsensata brusquedad y su revolucionarismo, habían provocado esa ley y debían ganarse el perdón con unna conducta ejemplar; tenían un tercer plan quienes prepararon y llevaron a la práctica lapublicación de un órgano de prensa clandestino (61). Al mirar al pasado, muchos años después de terminar la lucha por la elección del camino y de haber pronunciado la historia su veredicto sobre el acierto del camino elegido, no es difícil, claro está, revelar profundidad de pensamiento, proclamando la máxima de que las tareas del partido crecen con éste. Pero limitarse en un momento de confusión####, cuando los "críticos" y los "economistas" rusos hacen descender a la socialdemocracia al nivel del tradeuninismo, y los terroristas propugnan con empeño la adopción de una "táctica-plan" que repite los viejos errores, a semejante profundidad de pensamiento significa extenderse a sí mismo un "certificado de pobreza". Decir en un momento en que muchos socialdemócratas rusos padecen precisamente de falta de iniciativa y energía, de falta de "amplitud en la propaganda, agitación y organización políticas"#####, de falta de "planes" para organizar a mayor escala la labor revolucionaria, decir en un momento así que "la táctica-plan está en contradicción con el espíritu fundamental del marxismo" no sólo significa envilecer el marxismo en el sentido
teórico, sino, en la práctica, tirar del partido hacia atrás.
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21- Táctica, plan sistemático de actividad y experiencia de lucha política, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

"Si no existe una organización fuerte con experiencia de lucha política en cualquier situación y en cualquier período no se puede ni hablar de un plan sistemático de actividad, basado en principios firmes y aplicado rigurosamente, el único plan que merece el nombre de táctica" (núm. 4 de Iskra)
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22- Economicismo, socialdemocracia y anti-capitalismo, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

"La exigencia de "dar a la lucha económica misma un carácter político" es la manifestación más patente del culto a la espontaneidad en la actividad política. La lucha económica adquiere a menudo un carácter político de manera espontánea, es decir, sin la intervención de los "intelectuales", que son el "bacilo revolucionario", sin la intervención de los socialdemócratas conscientes. Por ejemplo, la lucha económica de los obreros en Inglaterra adquirió también un carácter político sin participación alguna de los socialistas. Ahora bine, la tarea de los socialdemócratas no se limita a la agitación política en el terreno económico: su tarea es transformar esa política tradeunionista en lucha política socialdemócrata, aprovechar los destellos de conciencia política que la lucha económica ha hecho penetrar en los obreros para elevar a éstos al nivel de conciencia política socialdemócrata. Pero los Martínov, en vez de elevar e impulsar la conciencia política que se despierta de manera espontánea, se prosternan ante la espontaneidad y repiten con machaconería, hasta dar náuseas, que la lucha económica "incita" a los obreros a pensar en su falta de derechos políticos. ¡Es de lamentar, señores, que este despertar espontáneo de la conciencia política tradeunionista no les "incite" a ustedes mismos a pensar en sus tareas socialdemócratas!"
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23- El luchador político de vanguardia, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

La socialdemocracia está siempre en primera línea, excitando el descontento político en todas las clases, despertando a los dormidos, espoleando a los rezagados y proporcionando hechos y datos de todo género para desarrollar la conciencia política y la actividad política del proletariado. Y el resultado de todo eso es que hasta los enemigos conscientes del socialismo sienten respeto por el luchador político de vanguardia, y no es raro que un documento importante, no sólo de los medios burgueses, sino incluso de las esferas burocráticas y palaciegas, vaya a parar por una especie de milagro al despacho de la redacción de Vorwärts.
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24- Las denuncias políticas son una declaración de guerra al gobierno, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

"Las denuncias políticas son precisamente una declaración de guerra al gobierno, de la misma manera que las denuncias de tipo económico son una declaración de guerra al fabricante. Y la importancia moral de esta declaración de guerra es tanto mayor cuanto más amplia y vigorosa es la campaña de denuncias, cuanto más numerosa y decidida es la clasesocial que declara la guerra para empezarla. En consecuencia, las denuncias políticas son, ya de por sí, uno de los medios más potentes paradisgregar las filas enemigas, para apartar del adversario a sus aliados fortuitos o temporales y sembrar la hostilidad y desconfianza entre quienes participan de continuo en el poder autocrático."

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25- El sindicalismo se torna burgués por la debilidad del movimiento socialista, según Lenin en el ¿Qué Hacer? (1902)

"Pero, preguntará el lector: ¿por qué el movimiento espontáneo, el movimiento por la línea de la menor resistencia, conduce precisamente al predominio de la ideología burguesa? Por la sencilla razón de que la ideología burguesa es, por su origen, mucho más antigua que la ideología socialista, porque su elaboración es más completa y porque posee medios de difusión incomparablemente mayores+++++. Y cuanto más joven sea el movimiento socialista en un país, tanto más enérgica deberá ser, por ello, la lucha contra toda tentativa de afianzar la ideología no socialista, con tanta mayor decisión se habrá de prevenir a los obreros contra los malos consejeros que protestan de "la exageración del elemento consciente", etc."
NOTA: Se dice a menudo que la clase obrera tiende espontáneamente al socialismo. Esto es justo por completo en el sentido de que la teoría socialista determina, con más profundidad y exactitud que ninguna otra, las causas de las calamidades que padece la clase obrera, debido a lo cual los obreros la asimilan con tanta facilidad, siempre que esta teoría no ceda ante la espontaneidad, siempre que esta teoría supedite a la espontaneidad. Por lo general, esto se sobreentiende, peroRab. Dielo lo olvida y lo desfigura. La clase obrera tiende al socialismo de manera espontánea; pero la ideología burguesa, la más difundida (y resucitada sin cesar en las formas más diversas), es, sin embargo, la que más se impone espontáneamente a los obreros.

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